Capitulo Treinta y Siete

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Eros Morón.


Los miedos los voy dejando atrás, las inseguridades también y el hecho de que ya sea mi esposa me regala la mejor de las sensaciones. Subimos a su habitación donde su padre nos ha dejado quedarnos mientras ella vuelve a su tratamiento en la clínica. 

 Ella pasa dejándome pasar detrás de ella, me guía al centro de la habitación enamorándome con la vista que me regala de su vestido, cierra la puerta con seguro y jamás en mi vida estuve tan ansioso por besarla. 

 Regresa parándose delante de mí, me guiña un ojo y es que con todas las ganas del mundo puedo gritar que soy inmensamente feliz porque la tengo y porque soy feliz con ella en mi vida.

—Hoy besaré tu mente, besando primero tus pensamientos y tu forma de ser— empiezo dándole pequeños besos por toda su carita preciosa — Ahora besaré tus labios para que sepas que besaré cada parte de tu cuerpo, besaré tu representación como mujer que son tus curvas, tu sonrisa y tu hermosura. 

Le doy la vuelta abrazándola por detrás a medida que toco lentamente su vientre. 

—En esta parte sagrada le darás vida a nuestros descendientes. 

—Te amo Eros. 

Nos fundimos en un beso que me hace mover las manos a la parte donde están las trenzas de su vestido, metiendo las manos por dentro de él quitándoselo lentamente. 

Puedo sentir en el roce de mi piel con la suya como su piel se eriza, como su respiración se acelera y como su corazón late tan rápido como si fuera a explotar. 

Termino de desvestir a la mujer que lleva mi apellido y es nunca me ha gustado decir que algo es mío porque suena machista pero ¡Joder! Que bien suena decir que Atenea es mía y solo mía. 

Ella hace lo mismo conmigo tomándose su tiempo para quitarme la ropa, en medio de besos la llevo a la cama dejando su hermoso cuerpo expuesto para mí. 

Las primeras gotas de lluvia anuncia una tormenta, la cual no está aquí para arruinar nada más bien está aquí anunciando el principio de nuestro amor eterno el cual sobrevivirá más allá de toda la adversidad, en estas cuatro paredes entro en mi pequeña maniática la cual cierra sus ojos presos del dolor por ser su primera vez. 

Lentamente retomo el movimiento logrando que se adapte a mi tamaño, su rostro cambia de verse adolorido a uno lleno de placer cosa que me pone la respiración al mil. 

El mejor sonido del mundo es su voz, pero su voz gimiendo mi nombre es una jodida bendición. 

Pensar en un ser que sea como ella físicamente y como yo por dentro me vuelve loco, porque sería una versión mejorada de nosotros y nuestro amor es decir un Dios Griego en todo su esplendor. 

SOLO UN LATIDO MÁS © ✨ PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora