Capitulo Veintidós

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Eros Moron

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Eros Moron

De mi.


Camino a ciegas confiando al cien por ciento de mi chica, me esta guiando pero es pésima para esto, tropiezo no sé con qué demonios y solo puedo sonreír cuando la escucho a ella reírse.

—Pequeña demente, no solo eres enana también eres pésima guía— siento un golpe en la cabeza y luego sus dulces labios se unen a los míos. — ¿Ya puedo abrir los ojos?

—Ni se te ocurra Eros Morón porque te va a pesar— Vuelve a tomarme de la mano y luego se aleja.

— ¿Atenea? — No me responde — ¿Demente? — sigue sin responderme y ya eso no me gusta —Elfo maniático.

—Idiota.

De pronto siento como soy mojado y eso no es lo peor del caso, lo peor es que el agua esta helada, abro los ojos bruscamente.

—Es mejor que escapes por tu vida— Me sonríe y empieza a quitarse la ropa, inmediatamente me volteo respetando su espacio, apretando las manos con ganas de querer tirarla al lago por lo que acaba de hacer pero siendo un caballero ante todo.

— ¿Piensas quedarte todo el día en ese lugar? — cierro los ojos y me volteo.

—No puedo mirarte— ella guarda silencio e instantes después escucho un salto al agua, abro los ojos y solo logro ver su cara.

— ¿Ahora?

Sonrió sacándome la camisa súper rápido con el pantalón y los zapatos, medio toco el agua y santa madre está muy helada. Sin pensarlo mucho tomo impulso metiéndome completamente en el agua.

Emerjo y la observo sonriendo, se ve como toda una Diosa.

—Ven aquí amor— "amor" que perfecto suena esa palabra en sus labios.

—Pequeña demente, te respeto y lo hago no porque sea obligación, te respeto y respeto tu cuerpo porque te amo y quiero que sea mágico el momento cuando te vea sin ropa.

Sus mejillas automáticamente se tornan rojas, me abraza el cuello dándome un beso que me deja sin respiración.

— ¿Cuándo mencionaste una travesura a que te referías exactamente? — Me hace ojitos de perrito cosa que le queda tan tierno.

—A bañarme en agua fría Eros— abro los ojos recordando su enfermedad.

—Salgamos ya, bueno tú primero mientras yo me volteo y tú te cambias— niega divertida enroscando sus piernas en mi cintura poniéndome a sudar frio.

—Está bien, solo si cumples una petición.

— ¿Cuál? — Pregunto curioso.

—Solo di que aceptas y cuando salgamos no te vas a repetir.

—Ya te dije que soy menor de edad y no puedes violarme, eso quedaría horrible en tu perfecto curriculum.

—Si eres tonto mi amor, obvio eso no es.

—Está bien, pero déjame voltearme mientras tú te cambias— Acepta medio me muevo para que ella se mueve pero lo que hace es aferrarse mucho más a mi, no es un abrazo normal, es un abrazo que grita por si solo cuan es el miedo que sentimos por no querer perder al otro.

—Te Amo, Te Amo, Te Amo— se guinda como niña pequeña.

—Mírame Atenea— mete más su cara en mi cuello —Mírame mi preciosa y dime que ocurre— algo dentro de mi dice que ya se la respuestas pero tengo miedo a aceptarla.

—Te Amo— me abraza más fuerte y su tacto empieza a quemar con la duda que está naciendo en mí.

— ¿Qué sucede? — le susurro apretándola para que sienta los latidos acelerados de mi corazón.

—Es que, tengo miedo porque siento que te estoy perdiendo y no tengo ni puta idea de porque sentí eso— me separo observándola directamente al profundo azul que lleva en los ojos.

—Cariño yo caería por ti para bloquear tu dolor— me observa y empieza a reírse en medio de lágrimas, es muy raro verla llorar mientras se ríe.

— ¿Cómo sabes que ese es mi libro favorito? — la miro extrañado.

—No lo sabía, solo sé que ese es mi libro favorito— nos quedamos en silencio y un clic se hace presente en mi cabeza, es otra cosa en común que tenemos.

Me besa y es un beso que no solo es tierno, es suave y grita por si solo que nuestras almas se pertenecen.

Me doy la vuelta y luego la veo sentada en la piedra con la que me hizo chocar, salgo mientras Atenea revisa su celular, me visto con la ropa aun medio húmeda por el poco a de agua que mi demente y elfo novia me tiro encima, a pesar que son las diez de la mañana el frio es mucho más tanto que empieza a calarme en los huesos.

— ¿Muy bien novia mia a donde vamos ahora? — me pasa el brazo por la cintura y juntos caminamos de vuelta al árbol, la ayudo a subir y ella me deja reposar mi cabeza en su pecho.

— ¿Amor recueras la petición? — asiento poniéndome de medio lado.

—Quiero fumar— no veo venir lo que sale de su voz y menos el golpe que me doy cuando no mido la resistencia terminando en el suelo.

— ¿Te dolió? — el sonido de su risa me saca una a mí, vuelvo a su lado y la observo como si le hubieran crecido algo raro en la cara.

— ¿Para qué quieres eso?

—Para nadie es un secreto que algún día vamos a morir, es mejor disfrutar de todas las experiencias posibles ¿no crees?

—Sí, de todas menos las que pueden matarte Atenea Grey— ahora que lo pienso decir su nombre completo la hace rodar sus ojos.

—Pero yo quiero y si no es contigo será sin ti y eso será peor, me puedo ahogar, asfixiar no sé qué se yo cortar— me rio por sus dramatismo.

— ¿Cómo demonios te cortas fumando? — Me mira y rueda los ojos sacando un cigarro de su bolsillo.

—Se lo he robado a Mikhaelo— la miro negando y una brillante idea nace en mí.

Empieza hablar y yo trato de fumar lo más rápido para que no le quede nada, es una pésima idea, de pronto me señala a mi derecha y cuando volteo me saca el cigarro de los labios llevándolo a su boca.

Mi reacciono llega tarde porque mi pequeña Elfo expulsa el humo como toda una profesional llenándome la boca de dicho humo.

—Si tú te jodes los pulmones, yo también ¿Quieres que pare? Pues adivina que, yo también quiero que tu pares.

—Pequeña demente, eso es chantaje— vuelve a llevar el cigarro a sus labios expulsando el humo que me deja ciego.

— ¡Ya detente! — Ella se ríe y esta vez su risa no me causa gracia porque se está causando daño —Bien tu ganas, no fumare— ella empieza a gozar su victoria pero yo le cambio el ritmo a las cosas —Delante de ti.

—Eso no es justo— Hace una escena de niña malcriada y la única opción que tengo para calmarla es empeorar todo.

—Me voy en tres días— Lo digo tan rápido que no soy consciente de nada—Lo único que te pido vida, alma y corazón de Atenea Grey es que me esperes y me regales un solo latido más.

Se paraliza, no dice nada y es justo en ese lugar bajo el árbol donde Atenea Grey me deja solo, la veo correr gritando que la deje sola porque es ahora o en tres días igual lo hare.

—Si tan solo supieras los motivos reales por los que me voy pequeña demente, sí que me entenderías.

Mis ojos se cristalizan a medida que la veo alejarse del campo, de nuestro árbol y de mí.

SOLO UN LATIDO MÁS © ✨ PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora