Epílogo.

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Epílogo.


Until Whenever.


"Aún recuerdo la primera vez que te vi.

Había algo especial es ti,

En tu mirada."


Seúl, 2 de Enero del 1999.

Seung Hyun arrastró los pies. Ni siquiera se había dignado a entrar en la que ahora sería su nueva casa. Simplemente no quería quedarse aquí. Desde un comienzo odió la idea de mudarse a Seúl. Le había costado un montón hacer amigos anteriormente y ahora que ya estaba adaptado se cambiaban de ciudad. Odiaba esta situación, la odiaba con su vida. Y todo por culpa de su horrible padre. Bueno, de ambos. Ellos quisieron separarse y su madre había tomado a sus hijos y había partido. Dijo que encontraría otro hombre en algún momento, alguien que sí la quisiera. Seung Hyun no entendió eso. ¿Entonces no todos se quieren? ¿Cómo puede ser el amor algo tan feo? ¿Cuándo su padre le decía a su madre que la quería no era cierto? Seung se sentía derrotado. Su día era horrible. Sus preguntas también. Y lo peor es que las respuestas eran aún peores.


Llegó al pequeño parque. Agradeció mentalmente que no hubiera nadie para verlo llorar. Se tomó sus rodillas y se sentí debajo del árbol. Sus lágrimas caían amargamente y sus sollozos se escuchaban atentamente en el lugar. Intentaba secarlas con las mangas de su chaqueta, pero ya estaba bastante mojada.


-Oye, ¿por qué lloras? –Escuchó una voz muy fina. Miró a su alrededor mientras secaba rápidamente todo rastro de lágrimas en sus ojos. El parque estaba vacío. No había nadie. ¿Quizás sólo alucinó con que le hablaban? Sintió algo de miedo. La verdad, era muy temeroso. –Aquí arriba.


Subió su rostro por inercia y entonces vio lo que era una casa del árbol. Justo donde estaba sentado debajo del árbol había una casita. Se alejó unos metros del árbol para poder observar a la persona dueña de esa voz. Había un chico de piel muy blanca, miraba con unos ojos muy abiertos. Atento a todo. Sus brazos estaban sobre lo que parecía ver el marco de una ventana y su mentón se apoyaba sobre sus manos. Su cabeza se mantenía ladeaba mientras le observaba tranquilamente. Seung Hyun se sorbió la nariz, no quería parecer un mocoso llorón. No delante de un chico que tenía un aura demasiado angelical. Era demasiado brillante para sus ojos. Resultaba raro.


-Mi mamá dice que los niños bonitos no lloran. –El chico de cabello castaño claro sonrió. Sus dientes eran muy lindos, muy blancos. –Y tú eres un niño bonito. No deberías llorar.


-¿Soy un niño bonito? –Se apuntó con el dedo. El chico de la ventanita en la casa de árbol sonrió y asintió. Seung Hyun bajó su rostro y se quedó parado ahí.


-¿Quieres subir? –Seung le miró. El niño sonreía todavía. Pero ahora sonreía tanto que sus ojos casi se cerraban, eso le pareció tierno. Seung Hyun le miró temeroso. Luego de unos minutos de silencio sólo asintió con la cabeza. –Ven, sube la escalera.


Seung Hyun caminó lentamente al árbol nuevamente y, efectivamente, por la parte de atrás había una escalerita. Subió despacio todos los pequeños escalones de maderas y cuando vio la entrada se afirmó con sus manos. Subió los tres peldaños que quedaban y entró en la casa. Apenas estuvo arriba se sentó y levantó su mirada. Aquel niño de ojos cafés le miraba todavía con sus ojos casi cerrados mientras sonreía, estaba sentado afirmando sus rodillas y con su cabeza levemente recostada entre sus brazos. Luego, dejó de sonreír tan grandemente y entonces Seung Hyun se dio cuenta que sus ojos eran de café claro, muy bonitos. Miró a su alrededor. Había algunos juguetes y tenía ventanitas. Observó por una de ellas. Daba directamente al río. La casa era de color blanco, le parecía muy bonita.

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