Al límite.

591 63 0
                                    


Capítulo 7: Al Límite.


Que se empañen los vidrios y la regla es que goces.


Pov Ji.

Yoo Hee caminaba por toda mi casa haciendo diferentes cosas, no mi hablaba ni me miraba. Se le notaba que algo le molestaba, que estaba enfadada conmigo. Yo simplemente estaba sentado sin hacer nada, no me importaba mucho. Y es que de todo el tiempo que llevábamos juntos, nunca habíamos tenido una pelea de verdad. Solté un suspiro, me senté en el sillón con tranquilidad. Le miré, ella estaba ordenando en la cocina, tenía la manía de ordenar todo. Mi hermana siempre me decía que cuando una mujer estuviera enfada nunca dijera ni preguntara nada. Cierto es, que yo nunca hacía caso a lo que me decían.


-¿Me dirás qué es lo que te molesta?... ¿Yoo Hee? –Le hablé, parecía no escucharme.


-Nada.


-Sé que algo pasa. –No debí seguir insistiendo, pero soy un cabeza dura.


-No pasa nada, es que mi novio ni siquiera atención me pone, pero supongo que eso no es importante, ¿cierto?


-¿Por qué piensas eso?


Me puse en pie y caminé hacia ella. Le tomé la mejilla, pero ella simplemente se corrió y bajó su mirada. Intentaba tener paciencia, solo me quedé donde estaba. Ella se apoyó en el mueble de la cocina de brazos cruzados mirando el suelo, como si fuera la gran víctima de algo terrible, y en cierto modo lo era...


-Ji Yong, ya ni siquiera me prestas atención, ni siquiera cuando hablo.


-Sabes que sí lo hago, me preocupo por ti. –Nunca me había gustado que me sacaran cosas en cara o me dijeran esas cosas a mí, me hacía sentir mal y culpable.


-¡No lo haces Ji Yong! –Ella alzó la voz, nunca se alteraba y ahora lo estaba. Se veía realmente molesta. Yo puse mi mano en mi frente, respiré un poco. –Siempre andas ocupado, siempre tienes algo que hacer, nunca estás en casa y cuando llego terminas por decirme que estás cansado, que quieres dormir y me dices que me vaya. Ji, si quieres terminar, dime ahora.


-¿Qué? ¿Qué es todo esto, Yoo Hee? –Iba a subir mi tono de voz y hablarle golpeado, pero conté hasta diez con los ojos cerrados y solté un suspiro. Caminé a la entrada y tomé las llaves de mi auto.


-¿A dónde vas? –Ella caminó hasta mí, pero no me detuvo. Yo ya estaba algo cabreado, así que intenté no escucharla, yo la quería mucho sí, y por eso mismo no quería pelear con ella. Después de todo el engaño que le hacía lo menos que podía hacer era tratarla bien, así que no quería pelearme con ella. –Ji Yong.


-Mira, Yoo Hee, hablemos cuando tú estés más calmada, ¿sí?


No dije más, solamente salí de casa. Apreté el botón de las llaves y le quité el seguro mientras abría la puerta del conductor de mi auto. Me subí y prendí el motor. No estaba enojado por Yoo Hee, estaba enojado porque ella tenía razón, estaba enojado por ser tan idiota y no pasar desapercibido, porque ella notaba que algo sucedía, y eso se debía a que yo no lo escondía del todo bien. Tenía que comportarme normal con ella, como antes, sino se daría cuenta y eso sería mucho peor. A estas alturas, si se entera ya sería horrible para ella y no quería hacerle eso. Cerré los ojos y los abrí, no solo estaba enojado por todo eso, algo me tenía de mal humor... era que no había tenido relaciones sexuales en cinco días. ¿Qué era esto? ¿Me estaba volviendo adicto? Y era porque Seung Hyun trabajaba día y noche. A estas alturas, era algo que necesitaba. Eso era algo que me relajaba y me liberaba de estrés. Me sentía libre, porque solo cuando estaba teniendo sexo con Seung era cuando tenía la sensación de que nada me importaba y podía mandar todo al diablo. Me puse a conducir hasta la empresa más grande de Seúl y me estacioné justo afuera, miré el reloj de mi muñeca, eran las 8 de la noche, momento justo. Cinco minutos después lo vi salir de la empresa. Ese hombre iba a matar a alguien un día. Incluso con traje se veía más guapo todavía. Prendí el auto y me acerqué hasta la entrada mientras bajaba la ventana del copiloto. El observó dudoso, pero sonrió. Supongo que sabía que era yo, el hecho de que un Lamborgini blanco parara al frente de él solo podía ser yo. Se rió y cuando la ventana ya estaba abajo le miré.

INFIELESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora