Dolce Vita.

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Capítulo 8: Dolce Vita.


"Soy el único que sabe cómo hacerte sentir un hombre."


Pov Ji.

Había pasado por Seung a la hora indicada, él ya estaba preparado, tenía todo listo, al parecer le gustaba ser puntual. Había llenado el estanque completo del auto para que el combustible no se me fuera a acabar en el camino. A estas alturas ya llevaba como cuarenta y cinco minutos de viaje. Miré un par de veces al asiento del copiloto. Tenía una manía estúpida, que más bien era como un trauma algo idiota de siempre mirar a la persona que tenía al lado mío, daba lo mismo quien fuera. Desde que tenía uso de memoria lo hacía, era como examinar a la personas. Seung estaba dormido, de brazos cruzados y con su rostro muy relajado. Volví mi mirada a la pista, ya había amanecido por completo y el sol iluminaba todo. Ahora recordaba una de las razones por las que casi nunca asistía al lugar oficial de mi trabajo. Quedaba muy lejos y no me gustaba viajar mucho tiempo en auto, y menos con sol, hacía que me doliera la cabeza. Pero esta vez no me molestó tanto, ya que Seung había sido capaz de responder mis preguntas aun cuando no le gustaba que le preguntaran tantas cosas, yo tenía que responder a la suya, ¿cierto? Además, yo también terminaría disfrutando con eso. Prendí el intermitente para girar a la izquierda por una calle que iba hacia arriba, ya faltaba muy poco.


-¿Cuánto falta?


-¡Ay! –La voz ronca de Seung me sobresaltó. –No me hables así de repente, pensé que estabas durmiendo.


-No lo estaba. –Lo miré confundido y volví a fijar mi vista a la carretera.


-¿Estabas despierto?


-Es un hábito.


-¿Hábito? –Eso era un hábito muy extraño. Bueno, de todas maneras nadie se imaginaría que el hombre sentado al lado mío coleccionaba sillas italianas y tenía Bearbricks, ni yo había pensado eso de Seung.


-Sí. Cuando era pequeño, me refiero a que tenía once años más o menos, yo viajaba todos los días a la escuela en autobús, pero no iba solo. Siempre iba acompañado por cierta persona. –Sacó una sonrisa amarga, quizás no eran buenos recuerdos. –Esa persona se iba mirando por la ventana todo el camino, y yo simplemente cerraba los ojos y me hacía el dormido, solo para llamar su atención, era mi estrategia. Me ponía algo celoso de que esa persona mirara más el paisaje por la ventana que a mí.


-¿Te hacías el dormido?


-Sí. Entonces, cuando esa persona se percataba de que yo estaba "durmiendo", se daba la vuelta y me quedaba mirando todo el camino a la escuela. A veces, se acercaba un poco más, parecía analizarme por completo. A veces, tocaba mi cara con sus manos, podía saber y sentir todo lo que hacía. Solo cerraba los ojos y entonces me ponía toda la atención del mundo.


Me estacioné y entonces apagué el auto. Me quedé mirando un punto fijo. Di vuelta mi cabeza y lo miré, se quejó un poco y miró por su ventana. Se veía el mar completo. Se hizo el silencio unos minutos. No quería preguntarle nada más, no quería saber sobre ello tampoco, y menos si eran malos recuerdos. Me quité el cinturón de seguridad y solté un suspiro mientras sonreía.

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