𝟎𝟑 ; 𝐠𝐮𝐢𝐧𝐞𝐚 𝐩𝐢𝐠

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Cualquier persona que me conociera por tan solo dos minutos se daría cuenta de que uno de mis grandes defectos era ser una persona extremadamente distraída, pero, aún así, la realidad no tardó mucho en golpearme y hacerme entender que había metido la pata hasta el fondo.

Sobre todo, cuando vi que todos los que habían aceptado la oferta de trabajo eran ingenuos niños de primero.

—Lo sabía. Te dije que ese anuncio no debía traer nada bueno.

Fay y yo estábamos dándonos un respiro de las clases en la tranquilidad de la sala común de Gryffindor hasta que empezó a formarse un gran barullo en un rincón alejado de la habitación, donde Fred, George y Lee Jordan estaban sentados en el centro de un corro de alumnos de primero, de aspecto inocente, que mascaban algo que, al parecer, había salido de una gran bolsa de papel que Fred tenía en las manos.

Los gemelos parecían haber estado haciendo de las suyas, encontrándose de pie con una libreta en la mano, observando atentamente a los alumnos de primer año que lucían estar desmayados, hasta que se acercó Hermione Granger haciendo un escándalo:

—¡Ya os lo he advertido esta mañana, no podéis probar vuestras porquerías con los alumnos!

—Pero ¡si les hemos pagado! —replicó Fred, indignado.

—¡No me importa! ¡Podría ser peligroso!

—No digas bobadas —repuso Fred.

—¡Cálmate, Hermione, no les pasa nada! —intentó tranquilizarla Lee mientras iba de un alumno a otro y les metía unos caramelos de color morado en la boca, que mantenían abiertas.

—Sí, mira, ya vuelven en sí —confirmó George.

Era verdad: unos cuantos alumnos de primero empezaban a moverse mientras Fay y yo contemplábamos todo como un espectáculo.

—Parece que tu amorcito se ha metido en un lío —dijo la castaña, con tono divertido—. Estaba claro que Granger iba a ser la prefecta este año, y parece que va a ser una muy estricta.

La discusión continuaba, pero ahora con un tono mucho más bajo para no molestar al resto que intentábamos descansar, aunque lo cierto es que absolutamente todos los presentes estaban pendientes de lo que estaba ocurriendo. Hasta que Hermione les lanzó una última mirada amenazadora, se sujetó con fuerza su libreta y su bolsa contra el pecho y regresó muy ofendida a su butaca junto al fuego dejando a unos gemelos muy desconcertados.

—Están probando algo que llaman Surtidos Saltaclases —explicó Fay, acomodando su espalda en el asiento que hasta ese momento había estado completamente erguida para no perder detalle—. Son golosinas que simulan los síntomas de alguna enfermedad lo suficiente como para que te puedas saltar las clases. Pero si pagan tanto por probar sus productos seguro que deben tener muchísimos efectos secundarios. Casi preferiría trabajar como elfo doméstico, ¿no crees?

—Sí —mascullé, agachando la cabeza y simulando que subrayaba el título de mi ensayo sobre las propiedades del ópalo y sus usos en la fabricación de pociones que nos había pedido Snape—, completamente de acuerdo.

—A mí no me engañas, Freya.

—¿Q-Qué? —exclamé, mirándola con los ojos como platos.

No podía ser que ya me hubiera pillado. No habían pasado ni tres horas.

—Sé que sí que te habría gustado apuntarte por Fred, pero ya has visto que no merece la pena —recriminó, apuntándome con su pluma de escritura—. Ya encontrarás otra oportunidad de estar con él donde no tengas que dejar de lado tu salud, no te preocupes. —De pronto, torció la cabeza con aire pensativo—. ¡Oh! Podrías presentarte a las pruebas del equipo de quidditch. Él estará allí. Me ha parecido escuchar que son el viernes.

Potions Class || 「 draco malfoy x reader x fred weasley 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora