༒︎Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 3༒︎

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Ceder

La mano de Óscar que se envuelve en mi muñeca me detiene antes de cruzar el umbral de la puerta de mi casa.

—¿estarás bien? —me pregunta.

—si, nos vemos mañana Óscar —le sonrió para que no se preocupe y me suelta, cruzo la puerta y la cierro, la soledad de mi casa me recibe.

Me encamino a la cocina hallando una nota en el refrigerador.

{Te deje la cena en el refrigerador, nos vemos mañana Ari.}

Tu nana.

Una sonrisa sincera toma mi rostro, dejo la nota en la barra y saco la cena que la nota me indica. Mientras se calienta contesto todos los mensajes y correos de la empresa, me salgo de la aplicación y la última foto de mi madre conmigo se muestra como fondo, una opresión en mi pecho se manifiesta y todo se vuelve más frío.

Si estuvieras conmigo, nada te dolería .

—no quiero estar contigo así que te jodes. —le hablo a mi pensar.

La esquizofrenia la tienen en un mal concepto, no hay voces que te hablen, eres tu misma la que te incitas a hacer cosas que alguien normal justifica con voces.

Y es una mierda, ceder ante el daño que tu misma te provocas y que le provocas a los que quieres, por que yo dañe a mamá. Yo cedi y, por ello ahora ella esta muerta. Dañe a Óscar y a mi misma.

Y ahora quiero ceder, pero sin lastimar a nadie más.

El pi pi pi del microondas me saca de mis confesiones mentales, saco la comida que se ve apetitosa pero insuficiente para mi apetito. Meneo la cuchara de un lado a otro sin probar bocado alguno, mi cabeza punza y mis ojos duelen.

Cede, una vez más Ari, se que quieres.

—no, no y no.

Anda Ari, cede.

—¡no!

¡Hazlo!

Lanzo el plato de comida que se fragmenta al ser detenido por la pared, la comida se mezcla y esparce con los cachos de plato. Aprieto mis puños molesta, siento la ira aumentar junto con la tensión. Me levanto a buscar con desesperación los antisépticos para minimizar mis síntomas.

La desesperación se incrementa al encontrar el frasco malditamente vacío.

—¡maldita sea!

Tienes que ceder, es la única forma.

—¡cállate! —me vuelvo a gritar.

Sabes como hacerlo sin dañar a nadie.

Me niego mentalmente una y otra vez pero al final, cedo.

Tomo la pequeña cuchilla y sin dudar la paso con determinación por mi antebrazo, la piel comienza a abrirse poco y a soltar pequeños hilos de sangre. Lloró, el ardor quema mi brazo, la sangre seca es cubierta con fresca. Aviento la cuchilla lejos de mí y miro al espejo, la chica que esta ahí no soy yo. Yo no quiero ser esto, nunca lo pedí y, no sé por que la vida me lo puso.

Tal vez me odia que pensó que esto podría acabar conmigo pero aquí estoy sufriendo frente a un espejo que muestra una persona enferma y que para mala fortuna no quiere ser ayudada. Me jode el verme así pero los tratamientos ya no son efectivos y me guste o no tengo que vivir con ello.

Con el constante hecho de que yo misma puedo dañar a las personas más importantes de mi vida, la sangre no deja de brotar, ha sido profunda esta vez. Duele y escoce.

La ¿bella? y la bestia +²¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora