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|•¿Libertad a que precio?•|

Esteban.

Sin poder evitar vómito por lo que acabo de ver, Oriana esta pálida y Ariella simplemente se mantiene de pie, insensible. El hombre tras de mi se aleja, Ariella asiente y se que el lo hace obedeciendo a su mandato silencioso.

Me rodea y se acerca al cuerpo de Oriana, la desata y se la lleva, mis náuseas no desaparecen y el simple hecho de ver el pie de Ariella sobre ese pequeños ser me da ganas de matarle. Aunque se que no podría.

—Esto es lo que me haces hacer Esteban. —da en un punto de culpabilidad en mi. —Yo no tenía la necesidad de esto pero como siempre tengo que estar cobrando tus errores.

Error que ni siquiera cometí.

—Cobraste algo que ni te debía Ariella —reclamo —Te has equivocado esta vez.

Parece que invoco al mismo demonio pues se da la vuelta y aún en tacones parece volar hasta mi para darme una sonora bofetada.

—¿Que creíste? —pregunta —¿Que no lo iba a saber? por favor Esteban, sé de ti más que tú. No me vengas a decir que me he equivocado.

—¡Ese bebé no era mío joder! ¡Era de Stefan!, a quien tu mataste también. —se congela, y por increíble que parezca algo veo en sus ojos. ¿Dolor? ¿Culpa? no lo sé pero en este momento no se ven vacíos.

—¿Qué?

—Ese hijo no era mío, era de Stefan. Oriana se lo iba a decir pero él se fue y ya no supo nada porque tu ya lo habías matado.

Parece que algo provoca saber eso en su caparazón y aunque ella es la causante de todas mis pesadillas debo admitir que mala persona no ha sido. Pues ha confiado y brindo ayuda muchas veces, y no, no es por que este sintiendo empatia simplemente acepto las cosas como son.

Y ella ha sido muchas veces traicionada.

—Mataste al padre, a la madre y al hijo Ariella, ¿que más vas a hacer?

Ruego en mi mente que lleguen pronto, alcance a llamar al número que me dio Oriana y cuando me resistía para que no me secuestraran el que contestó la llamada escucho todo.

Espero y hayan podido rastrear la llamada y que lleguen los más pronto posible. Quiero que esta pesadilla se acabe ya.

—¿Que puedo hacer Esteban? —responde— Ya están muertos.

Y de nuevo esa mirada vacía, esa insensibilidad en su cara. Parece que no le duele.

—De verdad pensé que le tendrías piedad por su estado. De verdad que lo pensé, pero como siempre, quedo como un idiota.

Peco de inocente a pesar de ya conocerla, es un mounstro y nunca va a cambiar.

—Quedas como idiota por que quieres, en vez de preocuparte por amarme lo haces por personas que no valen ni mierda. —alza mi cara y nuestras miradas chocan, mis ojos seguro se ven empañados y en los de ella no ves nada. —Sabía su estado y sabía lo que tu aún sentías por ella y que crees no me importo y ahora menos.

La ¿bella? y la bestia +²¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora