༒︎ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 10༒︎

125 14 16
                                    

Suciedad.

Esteban.

La esponja deja roja mi piel por la fuerza que implemento con ella, me siento sucio, me arrebato una de las cosas más importantes de mi vida. Se que no es normal conocer a un chico virgen pero crecí con costumbres y tradiciones que llevo muy marcadas y hoy fueron arrebatadas por una mujer sin escrúpulos.

«pero poderosa»

Mi padre me enseño a nunca golpear a una mujer, así tenga un temperamento agresivo, rudo o simplemente haya tenido un mal día. Una mujer fue hecha para amarse y respetarse. Y ahora pongo en duda, «¿qué pensaría mi papá sobre Ariella?».

Entre mi suciedad y pensamiento me mantengo bajo el chorro de agua caliente. En Arizona el clima es árido pero cuando habían bajas temperaturas lo que más deseaba era una ducha con agua caliente, la que no me podía permitir por la situación económica, el escaso trabajo y junto con el dinero me hizo replantearme la idea de buscar trabajo fuera de Phoenix.

Quería ayudar y por buscar algo mejor termine en las manos de esta mujer, de esta loca.

Tengo miedo de bajar el último escalón, esta sentada frente a la chimenea con una copa de vino en una de sus manos y el celular en la otra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tengo miedo de bajar el último escalón, esta sentada frente a la chimenea con una copa de vino en una de sus manos y el celular en la otra. Y si huyo...

—Baja de una buena vez —su voz me vuelve a sobresaltar, soy un maldito cordero frente a un gran lobo, con las piernas hechas gelatina bajo y me dirijo hacia ella. Su mirada sigue clavada en el celular y sus labios degustan el trago de vino caro.

Me ordena que me siente y como un niño bueno obedezco, «no quiero más sedante»

—Como ya sabes soy la dueña de la empresa para la que trabajas, se todo de ti. Tu necesidad de dinero para ayudar a tu familia —saca algo debajo del cojín. —Una bella familia.

Pone sobre la mesa frente a nosotros la última foto familiar que nos tomamos en el centro turístico de Phoenix, un miedo me recorre.

—Tu madre Carlota, tu padre Eduardo, tu bella hermana Cristina y tu muy enferma abuela Carla —menciona a cada integrante de mi familia. —Sería una pena que algo les pase, ¿no?

La veo.

—¿Qué quiere?

—Perdón...

—¿Qué quiere para que no les haga daño?

La loca se levanta para sentarse frente a mi.

—Quiero todo de ti Esteban, tu total sumisión.

«no quiero ser su esclavo»

Observando ahora bien su rostro caigo en en recuerdo de que ya la había visto, choque con ella rumbo a mi departamento, ¡claro!, por eso se me hacia conocida pero con tanto sedante no lograba distinguirla. Pero ahora no se me borrara su rostro jamás.

—¿Recordando algo Davren?

—Ya nos habíamos visto —comento—Solo que no la distinguía.

Sonríe.

—El sedante altera un tanto tu vista y organismo y con las dosis adecuadas puede dejarte secuelas irreversibles, me negaba a sedarte pero tu no ayudabas pequeño.

«¿como quiere que este tranquilo si me tiene secuestrado?»

—Necesito una respuesta Davren.

«piensa Esteban, piensa»

Si digo que no, me mantendrá aquí de todos modos y se que le haría algo a mi familia si me resisto aunque... Puedo fingir interés por ella, hacerle creer que le estoy dando lo que quiere.

«pero eso es malo, lastimaria sus sentimientos»

¡Hay por favor!, esa cosa ni sentimientos tiene, no rompería nada.

—Si yo accedo —tanteo el campo— Volvería a mi vida normal?, trabajar en su empresa, estudiar.

Sus ojos me escudriñan, buscando algo. Temo que se de cuenta de algo.

—Mientras no me desobedezcas puedes recuperar tu nueva vida pero —claro, era obvio —Vivirás conmigo y accederás a mis deseos aunque te de asco.

—En términos finales, quiere que sea su esclavo.

—No, eso suena mal, sumiso esta mejor —se acomoda en donde esta sentada. —Escucha bien, todo lo que quieras lo tendrás excepto tu libertad claro esta. Iras a una universidad de paga, vivirás en mi penthouse, autos, tecnología último modelo y...puedo depositarle a tu familia una buena cantidad de dinero cada semana.

«sin duda es una gran empresaria, con eso hubiera comprado a cualquiera»

Y de solo pensar que yo también tengo que fingir que fui comprado por todo eso me hace querer abofetearme.

—Aceptas por la buena o por la mala, Esteban?

Suspiro —Acepto por la buena. —ya que no me dejaste opción en la mala.

La loca se muestra satisfecha con mi respuesta y se levanta.

—Acércate.

Obedezco y me levanto para quedar frente a frente, unos pocos centímetros nos diferencian de estatura.

—Bésame —ordena.

Una arcada se hace presente en mi cuerpo cuando escucho su orden, la que me es difícil de llevar acabo y no por el físico de Ariella Krimhilde ya que exteriormente es bella. Muy hermosa para cualquiera que la vea, pero su belleza oculta una gran maldad.

—Tan rápido y ya has desobedecido.

«mi familia»

Sin pensarlo más estrello mi boca en la suya y me quedo inmóvil, no soy experto y por tanto trabajar no me preocupe por tener una pareja y menos por mi vecina, la que tanto me gustaba y me abandono. Voy a separarme pero sus manos se enredan en mi cuello y cabello.

Lame uno de mis labios pidiendo que abra la boca, me trago la siguiente arcada y cierro aún más fuerte mis ojos para no sentir tanto el estar besando a quien me tiene secuestrado.

Finalmente después de recorrer toda mi boca se separa, su mirada me recorre y sonríe.

—Es mejor que te quites el asco o los dedos de tu familia llegaran más pronto de lo esperado —da una palmadita a mi mejilla izquierda y se aleja, camina hacia la cocina. —Mañana volvemos a la ciudad —se detiene y me voltea a ver. —Sabes las consecuencias si hablas de todo esto Esteban, si amas tanto a tu familia sabrás sopesar la situación.

Me amenaza con la mirada y me da la espalda de nuevo.

—Vamos a comer —la sigo como perro faldero y solo ruego que su obsesión termine pronto.


La ¿bella? y la bestia +²¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora