༒︎Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 9༒︎

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𝐀𝐫𝐢𝐞𝐥𝐥𝐚

17:18 pm, hora de la muerte decretada.

Pensé que aguantaría un poco más, pero no, mi vestido esta manchado de ella. Al final admitió lo que yo ya sabía y sentía, quería mi perdón pero se lo negué.

Nunca se lo mereció.

Ruidos me sobresaltan, reacciono y tiento el lugar donde debería de estar Esteban el cual se encuentra vacío, mi cerebro se se alerta y retiro las sábanas de mi cuerpo y salgo corriendo de la habitación. Bajando las escaleras veo la puerta abierta y sin seguridad.

¡Carajo!

Regreso corriendo a la habitación y tomo una jeringa junto con mi celular. Que estúpido eres Esteban, llamo al imbécil que le pago para cuidar que esto no pasará.

—Jefa —se le escucha agitado.

—Ubicación—demandó.

—Lo estoy siguiendo, es ágil, la veré en la primera tienda de autoservicio del pueblo cercano —cuelgo, salgo vestida más decente y subo al auto, la tienda de autoservicio esta a 12 km aproximadamente, así que Esteban llegará cansado y eso lo hará vulnerable.

Esto que hizo me ha enojado demasiado y, sino le demuestro de que soy capaz no entenderá que conmigo no va a jugar. Este es mi juego, yo soy el cazador y él la presa. Eso no cambiará.

15 minutos después me encuentro rodeando la tienda de autoservicio poco transitada y los veo. Tiene a Esteban sometido, así que le exijo que le suelte.

Esteban no es violento lo he notado y claro que en su educación no esta el golpear a una mujer. Eso me da puntos aunque no pongo en duda que algún día explotará y hasta me maté pero sería un honor para mí morir por sus manos.

Esteban es sumiso al acercarme, observa la jeringa con miedo. Así que para asustarlo un poco más la alzó a su rostro para que tenga un mejor ángulo.

—Veo que te encanta estar sedado —le digo burlonamente a lo que el niega —Entonces ¿por que me haces tenerte así? —entorno mis ojos exigiendo silenciosamente una respuesta que no llega. —Te gusta hacerme enojar, metelo al auto y —señalo al imbécil guardia —Consigue gente de confianza para proteger la casa.

Les doy la espalda y respondo el celular que no ha dejado de vibrar cuando venía en el auto, miro la pantalla y ruedo los ojos.

—Te estas convirtiendo en una grano en el culo, Óscar. —Esteban esta atento a la llamada.

¿Donde estás Ariella?

—Resolviendo un asunto importante, ¿que quieres?

Espero el interrogatorio pero...

—¡Ayuda por favor! —grita y con el dorso de mi mano golpeo su rostro.

El golpe es seco, brutal, su rostro se voltea con fuerza, me dolió más a mi que a él.

¿Que fue eso Ariella?

—Nada importante —trato de que no sospeche.

La ¿bella? y la bestia +²¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora