La ¿bella? y la bestia +²¹

•Especial día del padre•

|•Mas dolor que nunca•|

Dejo las flores en el lado de la tumba que corresponde a Esteban, pensé que vería a Acasia pero al parecer no esta aprendiendo bien.

—Michael me ha dado la espalda y eso, me dolió Esteban. —le hablo a la lápida—. Pensé que él nunca haría eso, no quise creerlo. No planeaba aceptarlo algún día.

Suspiro como estúpida esperando que la lápida me responda, sabiendo que no lo va  a hacer.
Miro la lápida a su lado, la de Laura.

—En el hecho de cumplir lo que tanto te decía, también me jodi, y jodi a Acasia. Le quite lo único que hacía brillar su persona, me tome en serio lo de “sino eras mio no ibas a ser de nadie”

Muerdo el interior de mi mejilla.

—Por que ni siquiera ya eres de nuestra hija.

Mis rodillas terminan de tocar el pasto del cementerio, miro a mi alrededor y parece que todos mis muertos se han reunido.

Las tumbas se unen, lo muertos recriminan.

Óscar, Oriana, Stefan, Laura, Nadia, Spencer, Ernesto... Esteban. Los veo a todos, todos me rodean.

Escucho súplicas, veo sus miradas.

A como vas, vas a terminar como Carla.

—Regresaste —le hablo a mi cabeza.

Nunca me fui, y ahora menos me iré.

Me siento diferente sabiendo que esa parte de mi nunca se fue, pero eso no quita que mi corazón tenga ese dolor. Dolor que no desapareció desde esa noche que llore por él.

Por el amor enfermizo que nunca iba a corresponder ni aceptar, por él, que ni siquiera por su hija, se quedaría.

Ahora duele más.

—Todos vamos a terminar aquí sobrina —la voz de Nora hace que limpie con brusquedad las lágrimas que no sentí caer —. Las lamentaciones por lo que hiciste no sirven de nada.

Me levanto y me quedo de frente a la tumba.

—Yo no me arrepiento de nada, tía.

—Eso dices, pero yo huelo tu completo arrepentimiento Ariella, quien no se arrepiente no llora. Y mucho menos visita los huesos de a quien mandaste al agujero.

Si algo tiene Nora Krimhilde, es el temple. La frialdad.

—¿Me vas a decir que tu nunca sentiste el menor de los arrepentimiento?

—No.

Me doy vuelta y la enfrento.

—Por favor Nora, nadie es tan hijo de puta para no arrepentirse de algo.

Sonríe—. Es que yo no soy una hija de puta Ariella, yo soy la puta ama. Y una ama como yo, no se arrepiente.

—Tienes mas muertos que yo.

—Si, y están donde deben de estar y yo me iré a donde debo irme. Si alguien tiene bien ganado el infierno, soy yo. Y aun asi el diablo me debe pleitesía.

Camina hacia mi.

—Todos me deben pleitesía.

—Yo no, Nora. Olvídate de que yo te alabe como lo que tanto alardeas.

Sus ojos se oscurecen un poco.

—En eso tienes razón sobrina, tu no me debes de alabar, tú debes aprender de mi. —me olfatea de cerca. —Hasta aquí hueles a persona común y corriente.

Se aleja cerrando los botones de su fino abrigo.

—No hueles ni al patético apodo que te pusieron, hiena.

—Tenemos la misma mente enferma, pero por fuera somos diferentes tía.

—Error, por fuera tenemos una cosa en común. —saca un cigarro —. Ni muertas dejamos de vernos bien, finas.

Lanza el humo del cigarro a mi cara, lo evaporo con la mano y visualizo su caminar lejos de mi.

—Nos veremos pronto, hiena. Mas de lo que crees.

Mis puños se cierran con fuerza a mis costados.

Todo se esta evaporando como el humo de su cigarro, y no esta quedando nada de lo que era. Volver a la vida no es una opción, si algo sé es aceptar que tengo un buen rival. Que si quiere, puede hacer mi regreso un infierno.

Si hubiera sabido que ibas a perder tu don, no tu hubiera hecho saber que seguía aquí.

—Cállate.

Tu tía tiene razón, ya no eres la hiena de la que tanto hablaron. Parece que alguien se le acabo la magia.

—¡Que te calles!

Lástima, eso es lo único que terminaras provocando.

No.

Eso no.

Si tengo que llevarme de nuevo a Acasia entre los pies por recuperar mi gloria. Lo haré.

—Acasia va aprender que una Krimhilde juega, hasta en las sombras. Te juro que lo aprenderá Esteban.

Mis pies se mueven hacia la salida, una camioneta negra espera por mi. Y una mas adelante esta parqueada, se que es Nora.

Baja la ventanilla y me muestra su mano. Hiena.

Voy a ser peor que eso, esta vez.