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|•Tiempo•|

“En su mente habitaba la oscuridad, mientras que en su rostro resplandecía la más clara luz”

Esteban.

6 meses después.

No me opongo cuando Ariella enjabona mi cabeza con el shampoo, soy un inútil paralítico que ya no sirve de nada. Mi mente cada día es más vaga, en ella solo viven los recuerdos de aquella tarde.

Banderas rojas rodeaban a Ariella, su crueldad llegó a su máximo esplendor.

Enjuaga mi cabeza y el agua entra a mis fosas nasales ahogandome, no hago nada, quiero morirme. Mi cara se voltea bruscamente por la cachetada que Ariella me suelta.

—¡Eres un imbécil, casi te ahogas! —grita.

—Ese era el punto. —murmullo esperando que lo escuche, mi espera es positiva cuando obliga a mis ojos mirar los suyos apretujando mis mejillas con su mano.

—¿Tanto quieres morir, gatito? —mis ojos le responden. No le dirijo ni una palabra desde que salimos de esa finca. —Ouh, mi gatito sigue molesto por lo de Lau.

Aprieto mi mandíbula, nota mi enojo.

—Deberías agradecer que la deje viva, por un tiempo más.

¿Agradecer? La dejo sin manos, sin ojos y sin lengua. Le arrebato lo que la podría delatar. ¿Eso debo agradecer?

Esta loca.

—Le hubiera perdonado la vida sino hubiera investigado sobre mí, pobre estúpida. Cavo su propia tumba sin querer, ahora entiendes ese dicho gatito, la curiosidad mato al gato.

Yo no sé si lo vea o no, pero mis ojos están cargados de ira, aunque no le dirija palabra alguna ella sabe que mi odio por ella no disminuye, aumenta.

—Quien diría que estos hermosos ojos —acaricia mis párpados —Quieren matarme justo ahora.

Ojala fueran armas perra.

—Parece que a ti fue a quien le corte la lengua y no a Laura. —ríe. —¿Por qué me haces ser la mala del cuento Esteban? ¿Tanto pedí con que me amarás?

Decido hablar después de tanto tiempo.

—Tú no mereces amor de nadie, y yo solo tendré odio hacia ti perra asquerosa.

Ariella empuña en su mano la navaja con la que me afeita, la coloca a nada de mi yugular.

—Gatito gatito, tu silencio guardo muchas cosas ¿eh? —ahora siento el filo en mi piel. —Cuando te mate, drenare cada gota de sangre de tu cuerpo y me bañare en ella a modo de victoria.

Me congelo, sé que es capaz de eso.

—Tu corazón en mis manos junto con tu sangre en mi cuerpo, serán mis recompensas. Te lo juro.

Termina de bañarme, asea muy bien nuestras partes íntimas pues esta noche quiere sexo. ¿Por que no me dejo de funcionar la polla también? Al menos me habría librado de tener que sentir su cavidad vaginal apretando mi polla.

La ¿bella? y la bestia +²¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora