Cap 12

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Las semanas transcurrian como en un maravilloso sueño. Lo que sucedió fue que ella acepto estar conmigo, ser mi novia, sin más. Ahora faltaba la otra parte difícil, que dejara su trabajo. En una ocasión, mientras desayunábamos, le pregunté si no tenía que volver a su apartamento.

-No - Me dijo - Oficialmente estoy en París.

-Pero no has... - Ni había llamado por teléfono, ni había salido de mi casa en ningún momento, solo aquel fin de semana cuando fuimos a pasar la tarde en el parque, ella se veía extremadamente sexy usando mi ropa.

-No hacía falta que se lo dijera a nadie. Ya estaba programado - Me observó con una mirada pícara - Antes de que me secuestraras.

Me avergonce al recordarlo y me puse roja. Ella me dio un beso en los labios, con toda confianza, eso me gusto y me miró directamente a los ojos.

-Lo cual te agradezco muchísimo. - Gratitud no era precisamente lo que yo buscaba, pero... Sin necesidad de que yo la animara, hizo otro comentario gracioso. - Y por lo que veo, me veo bien con tu ropa, ¿Verdad? Además, no hemos salido mucho de aquí.

De nuevo me sentí avergonzada. Nos pasábamos prácticamente las 12 horas del día viendo tv acurrucadas en el sofá y las otras 12 horas en la cama. Me estremecí de placer al pensarlo.

-Es una lástima, pero mañana tengo que volver al trabajo - Dije, con pesar. Ella mordisqueó su pan tostado.

-Yo también tengo que ir a trabajar el lunes - Dijo, sin mala intención.

Aun así, me sentí como si acabara de recibir un puñetazo en el estómago. Durante todo el tiempo que había estado allí conmigo, temía que llegara ese momento.

-¿Tienes que ir a trabajar? - Le pregunte, ella me miró sin pensar.

-Pues claro. A mi también se me han acabado las vacaciones - Me había tomado por sorpresa, pero claro, ella tenía su profesión y yo la mia. Y ambas nos habíamos tomado unas vacaciones. - No pongas esa cara triste - Me dijo, en tono cariñoso - Tienes las tardes libres si no te quedas tanto en esa oficina y yo, por lo general, también estoy libre.

Justo lo que yo pensaba, su especialidad era el amor nocturno con sus clientas solteras, pero supongo que sus clientas casadas tienen citas matutinas cuando sus esposos trabajan. Hice un esfuerzo para recobrar la compostura. Sabía que, tarde o temprano, sucedería, la culpa era mia por haber pretendido olvidarlo.

-Claro - Dije, aunque a regañadientes - Podemos vernos por las tardes - Se acercó a mí y me dedicó una mirada muy tierna, me estaba entrando mucho calor por la forma en que me miraba.

-Me gusta estar aquí contigo - Dijo, junto a mi boca - Pero tengo que recuperar dos años de mi vida - Me eché a reír, pues aún me costaba creerlo.

Sus besos eran apremiantes y yo quise levantarme - No, espera un momento - Me dijo.

Volví a sentarme, pero esta vez me guió hasta encima de sus piernas. Apoyó suavemente una mano en mi hombro y me besó con toda la ternura del mundo. Sus besos eran absolutamente maravillosos, pero no me parecía que se tratara de una deformación profesional. Más bien era un don que tenía, pues esas cosas no se aprenden.

-Me encanta cuando me besas así - Dije, aprovechando un momento en que ella se apartó un poco - A veces, quisiera que el momento durara eternamente. - Nunca he sido una entusiasta de los besos, pero gracias a ti me he vuelto una auténtica adicta. - Le dije.

Esa clase de cumplidos siempre la ponían un poco nerviosa y el comentario que acababa de hacerle no fue una excepción.

-Si eso es lo que quieres, sólo nos besamos, sin hacer nada más.

La reina de mis noches; Scarletwidow Donde viven las historias. Descúbrelo ahora