Capítulo 23. Tremenda

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- Bueno consegui que Vale vaya a terminar sus tareas ‐- se sienta a su lado ‐- Ella no quería que te quedes sola

- Entonces me vas hacer compañía? -- sonríe acostándose en su pecho

- Claro que si -- la abraza -- Paso más el dolor de cabeza?

- Ujum, las pastillas hicieron su efecto -- asegura -- Pero quiero quedarme unos buenos días aquí en casa

- Para descansar? ‐- soba su espalda

- No, después del día que tuve hoy -- suspira -- No quiero volver tan pronto a la calle

- Puedo tomarme unos días también -- sonríe -- Así no te quedas aquí solita

- Seguro que puedes hacer eso? -- lo encara -- No quiero que dejes la empresa tirada Luís, es tu patrimonio, con eso no se juega

- Hablas cómo toda una empresaria -- ríe dándole un pequeño beso -- No te preocupes por eso, soy el jefe puedo salir unos días si quiero

- Uhm -- hace puchero viéndolo -- Pero que no se te haga costumbre eh! -- con el dedo índice contornea los labios de Luís

- Por qué? Estar aquí contigo es lo que más quiero -- besa la yema de su dedo

- Si haces eso seguido te vas a quedar pobre -- ríe bromeando -- De vez en cuando y en tus vacaciones está bien porque el resto de los días nos veremos cuando salgas de la empresa

- Eso que quiere decir? -- muerde su dedo

- Au! Oye loquito! Suelta mi dedo -- se acomoda -- Eso quiere decir que me gustaría formalizar lo nuestro

- A novios? -- levanta una ceja

- O quieres seguir siendo mi amante? -- susurra en un tono sexy

- Mi reina, yo seré lo que tú quieras -- la toma del mentón

- Ah en ese caso -- usa un tono meloso -- Quiero darte tu lugar y de paso reclamar el mío

- No tengo ningún problema en darte tu lugar -- la besa





Los dos continúan derrochando miel por un rato más hasta que se acomodaron para dormir, Altagracia había pasado por tantas cosas que lo mejor era dejarla quieta por hoy, más tarde Vale apareció por suerte los dos ya estaban despierto pues Altagracia tenía que tomar sus medicamentos una vez más para evitar cualquier molestia, decidieron bajar un rato a la sala pues ella tenía ganas de comer alguna cosa mientras que los otros dos jugaban.

Mientras tanto en la hacienda de Ricardo, el sonreía todo estúpido sentado tras su escritorio, haberla visto hoy desde tan cerquita le había traído tan buenos recuerdos, una risita leve escapo de sus labios cuando paso por su mente el momento en que habían llegado a al piso de la habitación del hotel, ella estaba en sus cabales, bueno más o menos pero quiso probarselo justo ahí haciendo la figura número 4, esa que te piden todos los policías.



- Hasta puedo caminar en línea recta si quieres -- empieza a quitarse los tacones

- Vas a irte de cara Altagracia -- ríe tomándola de las caderas cuando nota que comenzaba a inclinarse -- Mejor te los quitas en la habitación

- Rrrricardo -- arrastra las letras -- Yo estoy bien

- Aja, sólo algo ebria -- la conduce a la puerta -- Vamos, entra así me aseguro que estarás bien y luego podré irme

Entre Los Dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora