Capítulo 44. Llegó Inconsciente!

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- Cómo vamos? -- indaga a penas entra a la habitación

- Cinco centímetros y contando -- informa Eunice

- Ya por la mitad -- se acerca a Altagracia que ahora se apoyaba de la cama -- Hola

- Ya lo encontraste? -- suelta el aire con lentitud

- Tenemos un par de pistas -- soba su espalda -- En un rato va estar acompañándote, tal vez quieras ponerte la epidural

- Me la pondré cuando él esté aquí -- asiente

- Está bien -- concuerda -- Algo que pueda hacer por ti?

- Lleva a Vale a casa -- pide

- Mamá! No te voy a dejar sola -- dice desde el sofá

- Mi amor, el hospital no es lugar para que una niña se quede -- se endereza -- Yo estoy bien, tu madrina me hace compañía

- Estoy en el ala de maternidad -- cruza los brazos -- No en el hospital en sí -- se acerca -- Mamá no me voy a ir, Lucía debe estar llorando en casa y Magda se pone gruñona cuando no tiene el control, me quedo

- Valentina, no discutas conmigo cielo -- pide

- Ma no es discutir, no te voy a dejar aquí sola -- avisa -- Y tú no podrás sacarme -- mira a su papá

- No lo iba a intentar -- alza las manos -- Déjala estar en tu parto, será el mejor anticonceptivo de su vida y nos vamos ahorrar un montón de sustos

- Ve a buscar a Luís -- lo ignora

- Cualquier cosa me tienen en el celular -- avisa -- Mantenganme informado por favor -- se retira

- Él no tiene ninguna pista verdad -- encara a Eunice

- Por qué lo dices? -- cruza los brazos -- Andamos muy negativas hoy

- No hubiera venido hasta acá sin Luís -- masajea su espalda -- Si tuviera una pista, estaría detrás de ella y no aquí

- No lo sabremos -- va por la pelota -- Ahora relájate, tenemos una misión más grande ahora

- No la necesito, voy a usar la gravedad -- aprovecha para amarrarse mejor la bata

- Bien yo la usaré hasta que me hagas caso -- se sienta sobre ella -- Vente Vale, que estemos en el hospital no significa que no podamos divertirnos







Ya ni siquiera sabían cuanto tiempo exactamente había pasado pero eso les estaba causando bastante nerviosismo por suerte ahora Ricardo si tenía una pista, León tenía a José Luís en una vieja cabaña a las afueras, ya lo había golpeado aprovechándose de que lo tenía amarrado, siempre cobarde. El lugar era una tremenda porquería, no podías describirlo de otra manera, si soplaba el viento corrías el riesgo con que todo se viniera abajo sobre ti cosa que a León le importaba un soberano pepino.

Ya en el hospital las cosas estaban algo intensas, Altagracia había cedido a la pelota sólo porque mantenerse en pie ya no le era posible, a pesar de sentirse incomoda sentada con la pelota todavía podía separar bastante las piernas lo que aliviaba un poco aquella presión que sentía, sin embargo el dolor era cada vez más insoportable por suerte Eunice presto atención a las recomendaciones de la enfermera y ahora andaba cumpliendo el papel de José Luís mientras Vale media el tiempo entre contracciones con una aplicación.







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