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C A P I T U L O  XVIII

Katsuki miraba caminar a Izuku a lo lejos, él saludaba a las personas mucho más alegre que de costumbre, mucho menos tímido

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Katsuki miraba caminar a Izuku a lo lejos, él saludaba a las personas mucho más alegre que de costumbre, mucho menos tímido. Habían pasado dos semanas que no hablaban desde que le entregó los chocolates y el asunto de la enfermería. No es que se estuviese quejando, es que de alguna forma se estaba acostumbrando a la compañía de ese pequeño engendro.

Había pensado en acercarse él mismo, pero su orgullo podía por sobre todo. Quizás era lo malo de ser orgulloso.

El receso había comenzado y Bakugo se apresuró a salir del salón de su última clase para dirigirse directo con sus mejores amigos para poder quejarse libremente de lo hijo de puta que había sido su profesor. ¡Un examen sorpresa! ¡El maldito había puesto un examen sorpresa!

- ¡Cintitaaas! - llamó a su amigo por su apodo, al verlo a unos metros - ¡Setaaaa!

Pero tropezó con una persona que salía del salón por donde estaba por pasar, provocando que ambos cayeran junto a los libros que la otra persona llevaba en manos. Katsuki se quejó sobando su trasero, alzando la vista hacia la persona para gritarle por no haberse fijado. Aunque en realidad, él tenía la culpa.

- Midoriya - Sonó sorprendido. Pero sacudió la cabeza. - Lo siento, no te vi.

El peliverde le sonrió sobando también su trasero.

- Descuida, fue mi culpa - Empezó a recoger los libros.

Katsuki no supo por qué su mano se dirigía hacia uno de los libros, pero lo estaba haciendo. Lo estaba ayudando. Después de todo había sido su culpa. Le ayudó a reunir todos los libros, hasta que él pecoso sostenía una pequeña pila en brazos y él cenizo otra. Entonces se levantaron, mirándose.

- Nadie se volvió a ofrecer, ¿cierto? - Preguntó, haciendo una mueca por lo pesados que estaban. Eran libros de tapa gruesa y muchas, pero muchas hojas.

Asintió. - Creo que se ha hecho costumbre que yo los lleve.

-¿Y no te molesta? - Le miró extraño. - Si yo fuese tú los mandaría a la mierda.

- No sabía que decías groserías.

- Y yo no sabía que fueras tan ingenuo.

Izuku se detuvo, mirándole confundido.

- ¿Ingenuo?

- Es obvio que nadie se ofrece porque saben que tú lo harás. - Explicó. - Eres demasiado amable para decir que no. O muy tonto.

Las cejas del peliverde se juntaron, sus labios se aplanaron y por primera vez en todo ese tiempo en conocerlo, le miró molesto.

- Si soy tonto o ingenuo eso no es ningún problema tuyo. ¡Y devuélveme los libros!

Puso los libros sobre los suyos y después se los quitó, empezando a caminar a zancadas firmes mientras murmuraba cosas que Katsuki no alcanzó a escuchar. Lo vio irse, frunciendo el ceño.

𝗦𝘄𝗲𝗲𝘁𝗶𝗲 ♡︎♡︎ ᵏᵃᵗˢᵘᵈᵉᵏᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora