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C A P I T U L O XXVIII

- ¡Voy! - Gritó desde su habitación, tallando sus ojos adormilados y ocultando un bostezo con su mano

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- ¡Voy! - Gritó desde su habitación, tallando sus ojos adormilados y ocultando un bostezo con su mano. Los golpes en la puerta siguieron resonando por toda la casa haciéndose cada vez más fuertes. - ¡Que ya voy mierda!

Abrió de golpe, observando a la persona del otro lado con el ceño demasiado fruncido. Pero, al notar aquella cabellera verde su expresión se relajó. Izuku estaba parado en su puerta con la respiración agitada, mirándole con ojos grandes y el ceño ligeramente fruncido. Haciéndose a un lado le dejó pasar y cerró la puerta tras él, pasando un mano por su cabello revuelto mirándole con curiosidad.

- ¿Qué? - Aclaró la garganta al escuchar su voz ronca y con un deje de molestia. - Tiene que ser importante para despertarme tan temprano un sábado.

Lo cierto es que se había despertado ya hace un muy buen rato, pero tampoco había querido salir de la cama después de desayunar y arreglarse.

- Sempai, van a dar las cuatro de la tarde. - Murmuró, observándole incrédulo. - ¿De verdad seguías durmiendo?

Katsuki miró el reloj colgado en la pared unos segundos para luego volver a mirarle, comenzando a dirigirse al sofá y dejarse caer en él. - Como sea, ¿a qué viniste?

Izuku le siguió a pasos cortos y tímidos, con las manos entrelazadas tras su espalda y sus dientes atrapando su esponjoso labio inferior. Observó curioso las decoraciones del salón principal, todo tan distinto al interior de su casa. Todo estaba tan limpio y ordenado, con un ligero aroma a limón.

- Gatito, ¿Quién esta...? Oh, ¿Quién es tu amigo? - Izuku se giró a mirar a la mujer que hablaba con pereza asomándose por el pasillo. Usaba bata de dormir, su piel era muy pálida y sus cabellos cenizos tan cortos, sus ojos se veían cansados y las ojeras bajo ellos le hacían lucir enferma.

- Es Midoriya Izuku. - Contestó levantándose y acercándose a la mujer rápidamente, tomándole del brazo y dándole la vuelta con cuidado. - Regresa a dormir mamá, no debes levantarte.

Izuku observó la manera en que Katsuki le hacía regresar a alguna habitación en el pasillo, caminando a paso lento y hablándole con voz calmada y gentil. La mujer hablaba en murmuros y Katsuki le contestaba entre dientes como si le estuviese reclamando que no le avergonzara. Juró haber escuchado también el murmuro de la señora Bakugo decir algo sobre un gato, pero fue tan bajo que quizás pudo haberlo imaginado. Sonrió tiernamente sin dejar de mirar por donde se habían ido. Miró al cenizo salir de la habitación y cerrar la puerta cuidando de no hacer ruido, para luego soltar un suspiro y regresar con él a la sala.

- Lamento eso.

- ¿Tu mamá. - Lo pensó unos momentos antes de preguntar. - Está... enferma?

-No, sólo cansada. - Explicó tranquilo, su voz haciéndose grave y ronca tras haber soltado un bostezo. Agitó su cabeza cerrando los ojos con fuerza limpiando algunas pequeñas lágrimas. - Anoche llegó tarde del trabajo.

Izuku asintió. - ¿Puedo... Sentarme?

- Ni sé qué haces ahí paradote.

Sonrió divertido por la respuesta, dando dos pasos al frente y sentándose a su lado. Katsuki le miró aburrido acomodándose en el sofá para quedar frente a frente.

- ¿Qué haces aquí?

- Roki salió con Sese Sempai para ayudarlo con algo sobre una chica, Iida tiene una cita y Deki Sempai salió con Kei Sempai y su familia. - Encogió los hombros mirándole cauteloso. - Y yo estaba aburrido así que pensé en venir a visitarte. ¿Te molesta?

Negó, luego pareció pensarlo y acabó asintiendo lentamente. - Fui tu última opción, me dueles Midoriya.

¿Izuku rió levemente, acercándose a su Sempai un poco más, hasta que sus rodillas rozaron. Estaba por hablar, pero un maullido perezoso y suave llamó su atención. Al bajar la mirada se encontró con un gato castaño con manchas blancas en las patas como botas, mirándole curioso. Logró reconocerle después de unos segundos, sonriendo levemente ante el recuerdo.

- Tú... Aún lo conservas. - Murmuró estirando el brazo hacia el gatito, observándole oler sus dedos y restregar su cabeza contra su mano. - Creí que lo regalarías o algo así.

- Eso iba a hacer, pero a mamá le gustó y no pude decirle que no. Además a Deku le gusta tener con quien jugar. Izuku asintió lento.

- ¿Cómo se llama?

- Caramelo.

- Es tan lindo. - Rió tiernamente. - ¿Tu mamá le nombró?

- Sí... Claro... Ella fue. - Aclaró su garganta disimuladamente.

Sintió a Izuku removerse en el sofá y luego sus manos halar suavemente la manga de su camiseta, entonces le observó. Aquellos enormes ojos verdes le miraban atentos y los labios esponjosos le sonreían dulcemente. Sus ojos se posaron en estos, relamiendo los suyos propios inconscientemente.

- Sempai... - La mano agitándose frente a sus ojos lo sacó de su ensimismamiento. - ¿Pasa algo?

Negó repetidas veces, apartándose de Izuku. Los ojos curiosos del peliverde le observaron en silencio durante un largo rato.

- Hyung... Eres mi amigo ¿verdad? - Le miró asentir lentamente. - Los amigos se ayudan entre ellos aún cuando se trata de algo estúpidamente loco... ¿Cierto?

- Sólo di lo que quieres, cachetón.

Le miró sonrojarse ante el apodo y atrapar su labio inferior entre sus dientes. Bajó la cabeza inflando sus mejillas y unos segundos después le miró cauteloso.

- ¿Podrías besarme?

- ¿Podrías besarme?

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@ KCXMOON

𝗦𝘄𝗲𝗲𝘁𝗶𝗲 ♡︎♡︎ ᵏᵃᵗˢᵘᵈᵉᵏᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora