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C A P I T U L O  XXI

El parque Ueno era iluminado por las luces colocadas en los árboles de cerezo, junto con el lago iluminado igualmente, convirtiéndolo en una hermosa vista

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El parque Ueno era iluminado por las luces colocadas en los árboles de cerezo, junto con el lago iluminado igualmente, convirtiéndolo en una hermosa vista.

Izuku caminaba junto a Katsuki, mirando las luces y las personas que paseaban por ahí. Habían muchas parejas, haciendo sentir un poco incómodo al cenizo al ver tanto contacto físico.

- Oh... - Izuku se detuvo, mirando el carrito de Mochis. Donde varias personas se encontraban.

- ¿Quieres un mochi? - Ofreció, apuntando el puesto.

- No, la pareja de allá... - Apuntó a una chica de cabellos largos y un chico con gorra. El chico era bastante familiar a decir verdad.

- Ajá...

- La chica que te comenté, es ella.

Katsuki miró la pareja que reían, para después regresar sus ojos a Izuku, su expresión se había puesto triste. Mordió su labio, no sabiendo qué hacer.

- Izuku...

- Ella me dijo que estaba soltera y que le gustaba...

- Oye, no te desanimes... estás conmigo.

Midoriya bajó la mirada, apretando los puños. Bakugo le miró, sus mejillas enrojecer y sus ojos cristalizados. No, ese niño no podía llorar ahí, por una chica que no valía la pena.

Sin pensarlo mucho, le sujetó de la nuca y lo envolvió en un abrazo, dándole pequeñas palmaditas en la espalda. Izuku tardó unos segundos en reaccionar ante la repentina cercanía, pero terminó envolviendo sus brazos en su cintura, olfateando la exquisita colonia del cenizo, causándole cosquillas. No le gustaba mucho contacto físico, pero justo ahí, mientras le abrazaba y acariciaba la espalda con sumo cuidado, dejaba descansar el mentón en su cabeza y sentía el calor de su cuerpo, supo que le gustaba. Le agradaba esa sensación de tenerlo envuelto entre sus brazos y sentir los suaves latidos ajenos contra su pecho.

- Ella no vale la pena. - Le susurró. - Habrá muchas otras personas que querrán salir contigo.

- ¿Cómo tú?

Bakugo lo pensó unos momentos. Quizás sólo era un buen chico con un gran corazón, que las personas aprovechaban su amabilidad para su beneficio y pasaban sobre él como si fuese una vil cucaracha. Quizás, sólo quizás, empezó a sentir algo por aquel chico de ojos esmeraldas y mejillas pecosas.

Por esa misma razón, alejándose un poco, acunando sus mejillas teñidas, mirando directamente sus ojos brillosos para termino por murmurar: - Como yo.

- Gracias por el pastelito

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- Gracias por el pastelito. - Agradeció, dándole un mordisco al mochi de fresa con bastante azúcar en polvo por encima.

"Una de las cosas más clichés pero súper tiernas es limpiarles las mejillas cuando se ensucian de comida ¡es realmente adorable y te deja con el corazón acelerado!"

- Tienes... - Katsuki señaló su nariz. - Déjame...

Acercó su pulgar, quitándole el azucar que había manchado la punta de su nariz. Izuku le miró atento, sin decir ni una sola palabra.

- Cielos, debería enseñarte a comer. - Le tendió una servilleta.

Midoriya sonrió haciendo sus ojos media luna, con sus mejillas se tiñéndose ligeramente mientras pasaba la servilleta por sus labios.

Se quedaron en silencio, comiendo sus mochis. Estaban realmente cerca, incluso sus rodillas se tocaban, pero ninguno parecía querer alejarse. Izuku dejó su mano en la banca, sintiendo la mano de Katsuki bajo la suya. Observó sus manos, la suya viéndose pequeña a comparación de la ajena, para luego subir al perfil de Bakugo, quién no parecía inmutarse por ello.

- Es... - Aclaró la garganta. - Una bonita noche.

Katsuki asintió, admirando el lienzo oscuro sobre ellos decorado con miles de manchas blancas.

- Nunca había visto tantas estrellas antes. 

- Mi madre una vez dijo que las personas que morían se convertían en estrellas. 

Katsuki le miró.

- ¿Crees qué esté escondida entre ellas?

El corazón del cenizo se contrajo unos instantes, observando la sonrisa melancólica del peliverde. Sus ojos brillaban, mirando todas aquellas relucientes estrellas. Apartó la vista, con los ojos muy abiertos, atrapando su labio inferior entre sus dientes.

- Sí... - Murmuró. - ¿Ves esa de allá?

Apuntó a una muy grande y brillante que podría opacar a las demás. Izuku asintió.

- Estoy seguro de qué es ella. Hermosa y brillante, iluminando tu camino todo el tiempo. Siempre protegiéndote. Tan perfecta y reluciente. Siempre acompañándote. Y estoy completamente seguro de ello, porque cuando miro tus ojos veo... Miles... De millones y brillantes... Estrellas...

Silencio.

Katsuki le observó, sorprendiéndole con ojos acuosos, sus mejillas teñidas al igual que su pequeña nariz, contemplando la caída de una lágrima que se había escapado para resbalar por su mejilla derecha.

- Midoriya, no llo... 

- ¡Bakugo Katsuki sempai! - Se abalanzó sobre él envolviéndolo en un abrazo casi haciéndolos caer a ambos.

Katsuki se sorprendió, apenas dándole tiempo de sostenerse de la banca con una mano mientras que la otra sostenía la cintura ajena.

- Nos vamos a caer...

- Eso es lo más lindo que alguien me ha dicho nunca. - Murmuró sobre su cuello apretando sus dedos en su chaqueta, enviándole escalofríos. - Gracias sempai, por ser mi amigo.

Amigo.

"Y si por alguna razón te manda a la friendzone... Te jodiste wey, game over. Una patada en los huevos duele menos. (¡Ashido Mina!)."

- Sí... Eso... Eso hacen los amigos.

 Eso hacen los amigos

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@KCXMOON

𝗦𝘄𝗲𝗲𝘁𝗶𝗲 ♡︎♡︎ ᵏᵃᵗˢᵘᵈᵉᵏᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora