Tengo muchísimas cosas para contarte pero seguramente no me creas. Todo empezó el día que pensé por primera vez.
Primero supe que era, después supe que estaba, Y todavía quiero saber quién soy
Siempre aquí, vuelvo aquí, la circunstancia partirá de aquí.
Romper el círculo, quebrar el ciclo, es objetivo sin discreción.
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Por ser verano, la noche fueguina era realmente corta. 0500 y ya había buena luz. Y la luz, que dá vida a la vida del mundo, era el llamado a los cielos que los 19 binomios interpretaban en cada uno de sus matices.
Siguieron más al sur. Y los saludó el faro del fin del mundo con la promesa de guardar todas las promesas de cuales fuera testigo. La de defender la Patria hasta perder la vida, la de no dejar jamás un camarada atrás, la de enseñar en la excelencia con el propio ejemplo, y las que se guardaron en la memoria de los vientos porque sus destinatarios aún no las conocían.
"En la Antártida glacial,
Flamea el pabellón de la argentinidad.
Y en la noche larga y gris, no deja de rugir furioso el temporal.
No se escucha ni una súplica, ni un lamento de dolor,
(...)
Caballero del deber,
Transita el aviador en alas del corcél.
Y en la blanca soledad,
Construye el por venir de la posteridad.
Nuestro afán de paz levantó un altar,
Imponente foco de luz.
Cual un faro, que proclama,
NUESTRA PATRIA COMIENZA EN EL SUR"
La Antártida Argentina, bella dama de blanco vestido, mirada de hielo y temperamento cruel, los convidó de su presencia como era virtud y atrevimiento de unos pocos. Los valientes, los locos, los de particular circunstancia y sacrificio de sí mismos. los que custodiaban posiblemente el corazón de la Patria, enterrado ALLÍ para que ningún sacrílego de ensombrecida intención lo desentierre, profane y desangre sin morir de frío en el intento.
Volvieron a subir juntando sus propias estelas y tomando rumbo a Río Gallegos: última parada antes de "Volver al nido". Las playas patagónicas y un mar planchado, un suelo anhelado cuyo suspiro no escuchaban, y un pasado en disputa oculto en cada relieve de la meseta atestiguaron su paso raudo y firme desconociendo aún el futuro. Pero con la certeza de que aquellos pares de alas formarían parte de el.
Sin lugar a dudas el sur del continente era duro e inhóspito. Un lugar donde no cualquiera vivía, no cualquiera duraba, y no cualquiera permanecía. Era perfecto, como hubo quedado demostrado luego de la expedición, que empuja a cada quien más allá de los límites establecidos, induciendo por compresión al conocimiento y despertar del verdadero ser. puro, primigenio, casi salvaje.
Descendieron en Río Gallegos conquistando otro pedacito de lo tan propio que no conocían. aunque aquel itinerario fuera de carácter obligatorio, las ansias de "Hogar" Se habían instalado en todos. Aprendieron tanto en tan pocos días que era imperativo procesar y aplicar. Y por qué no, continuar aprendiendo. Pero nuevamente en el marco de las operaciones reglamentarias, del desempeño en servicio sea cual sea la tarea. Porque quedó demostrado sobre aquella fábrica de armas que a veces las misiones son tácitas. Y no es sólo competencia de los mecánicos la frase: "No importa. Yo me encargo".
La última jornada llegó más lento que las anteriores, como toda última jornada. Volvió lo conocido. El verde, el monte, la siembra, Tandilia, Ventana, y su aeropuerto predilecto. Los esperaban ese mediodía, claramente, los mecánicos artos conocidos y para su sorpresa, también Marcos y Mariel.
-¿Cómo les resultó el viaje?- Preguntó la psiquiatra una vez restablecido el orden correspondiente. La respuesta se hizo esperar.
-Por el momento, lo más prudente es decir que nadie es igual- Julio.
-¿Alguna otra apreciación?- Indagó Ella.
-Por ahora, no- Los 19 de forma unánime.
Si bien aquello sólo le intrigó más, entendió que debía guardar distancia del proceso de expansión mental para permitir una asimilación individual y limpia de la información. En resumen. Si los aviones necesitaran contar algo, lo harían a su tiempo, a su ritmo.