Me pasé la mano por el cabello y me giré para tratar el tema con alguien por primera vez. La carta que me envió Coyle junto al mayordomo fue la gota que volcó el vaso de mi frustración. Ya no podía ocultar lo que ocurría. ¡Maldito sea!
— ¿Me vas a decir la verdad, Charlie? —empezó despacio—. Sé muy bien que un Original no te andaría enviando epístolas por no dejar. Por tu cara veo que escondes algo, algo muy grande. A ver, cuéntame, que soy tu amigo y confías plenamente en mí.
Los dhampirs no acostumbraban a mostrar sus sentimientos, y puede que los consideraran unas rocas; pero creo que esta roca se volvió polvo de un día para otro. Sentí que las lágrimas me quemaban en los ojos desesperadas por salir. Era estúpido estar llorando ahora. Sin embargo su atención hacia mí me conmovía muchísimo. No es que dudara del afecto que me tenía pero, veía bien la honestidad de sus palabras en aquellos ojos cafés.
Siempre me habían gustado esos ojos. Joy era el prototipo de chico guapo a su manera, y sobretodo alguien con el que contar siempre. Me encantaban también los rizos oscuros que caían sobre sus sienes y me chocaba a veces su increíble físico fornido.
—Creo que tienes una idea de lo que me sucede, lo que tengo.
Me observó en silencio un buen rato, procesando lo que era un hecho. Se aseguró de que no hubiese nadie cerca y cortó el gran espacio que había entre nosotros. Me dejó reposar la cabeza en su hombro y me apartó con cariño un mechón de cabello, colocándolo suavemente detrás de la oreja.
— ¿Cómo pasó? pensé que eras una integrante más de las que estaban en contra de aquello.
Y lo estaba, algo así. Es que no había ninguna asociación parecida a la que ser parte. Sencillamente aborrecía la imagen de una dhampir borracha de endorfinas, tirada en el suelo con marcas en su piel como si de una esclava se tratase. Me enfermaba.
—No recuerdo lo que pasó, Joy. Desperté la mañana después de la fiesta y descubrí las marcas en mi cuello. Sospeché de la posibilidad de haber quedado colada de endorfinas, pero no lo supe con certeza hasta que me mandó la primera carta.
Joy me separó un poco para verme a los ojos.
— ¿La primera? ¿O sea que esta no es la primera vez que se dirige a ti?
Negué con la cabeza.
Suspiró.
—Joder. Qué lío. ¿Segura no te acuerdas? ¿Ni siquiera un fragmento?
Negué de nuevo.
—Hombre, no sé qué decirte —se rascó la ceja con cara de circunstancias—. Bueno, lo que sí creo es que el vampiro ése se aprovechase de ti. Andabas sola por la calle, borracha. No me sorprendería que te atacara en una situación de desespero. O quizá y se trate de una especie de apuesta, no dudo que esos paliduchos se tengan esos jueguitos. O puede que haya...
Clavé la mirada en la suya, previendo lo que seguía.
— ¿No querrás decir que intentó abusarme de otra manera? —mi voz tembló poco. Yo también tenía la idea metida en la cabeza, por más que me asqueara y temiera.
La ira fue remplazando la expresión acomplejada de su rostro. Apretó los dientes y su mano se tensó sobre mi espalda.
—Quiero no pensarlo, Charlie. No lo aré, porque créeme que si lo pienso iré detrás de la sabandija esa y me importa una mierda que sea un puto Triunviro, lo descuartizo y juro que lo hago pasar por carne gourmet.
Solté una risita y con el dorso de mi mano me limpié las estúpidas lágrimas. Él y sus maneras de quitarle el hierro a los asuntos serios.
—Gracias por aclarármelo, no comeré lo que me ofrezcas.
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Lazo de Sangre
VampirgeschichtenCharlie Jenssen es una dhampir, nacida y entrenada para luchar contra los strigoi. Su más grande anhelo: convertirse en la mejor Cazadora que existiese. Pero desgraciadamente sus planes se van al chasco cuando, al salir de una fiesta en medio de la...