CAPÍTULO 9

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Sólo yo me ahogaba con mis propias carcajadas en un momento tan serio como ese. Layla tuvo que darme unos cuantos golpecitos en la espalda para calmar el cataclismo. Mientras mis tres amigos-y otros metiches más-me veían como si estuviese rechiflada, y mientras otro botaba humo por los oídos, no pude reprimir la emoción de ser genial de nuevo, malévola y victoriosa.

A ver qué te parece esto...

Estiré los brazos de forma exagerada-casi dándole en la trompa al pobre Joy-y rodeé el cuello de mi amigo, colgándome a él como si fuese un mono. Su reacción fue la esperada, abrió los ojos como platos y por poco se va al piso conmigo debido a la sorpresa.

Layla y Romeo se quedaron estupefactos y más de uno de los que rondaban en el pasillo presenciaron la escena con gran interés y asombro. Algunos se reían, otros cuchicheaban, Joy se puso rojo y Coyle se movió muy rápidamente de su sitio, casi corriendo hacia donde estábamos nosotros.

Ususú, la que armaste, me alabó la atrevida. Mi sensatez se puso tan morada, a punto de darle un soponcio. La arpía no reconocía esta como una jugada que autorizara, pero le valía, porque enfurecer a Coyle era triunfo.

Solté a mi amigo y me disculpé un momento para marcharme. Si iba a confrontar a Coyle, mejor que fuera en un sitio menos atestado de gente. Probablemente ya dieran por sentado que estaba liada con el vampiro, pero eso no quería decir que les aclararía cualquier duda.

Salí del campus caminando como una diva subiendo al escenario y tomé el sendero que llevaba a la parte lateral de la academia, cercana a la zona trasera de las residencias de los puritos; porque los Originales no compartían habitación con los híbridos, entre otras cosas.

Saludé a unos cuantos chicos que conocía, más de uno del séquito de Viktor. Ellos me devolvieron el gesto con una sonrisa y no me quitaron la vista de encima hasta que me les perdí entre los árboles junto al muro del edificio. Se las pasaron en grande cuando aventé a su amigo a la piscina. Y raro era que el mismo Viktor no se encontrara allí con ellos.

Encontré un buen sitio para que el vampiro gritara sus blasfemias y esperé curveando los labios. Me cagaba de la risa con su cara, con descubrir que se había puesto celoso de Joy. Si no fuera porque es un Original con puesto de Triunviro y eso, juraría que se hubiera armado una pelea allí mismo; pero se conservó impasible.

Hasta que te le montaste encima a tu amigo como si estuvieses pensando darle el lote, objetó mi sensatez, que seguía mareada por el desplante que le hice.

Gracias al cielo no me dejó esperando mucho, Coyle se avecinaba a mí con grandes zancadas y la cara marcada por el enojo. Apoyé mi espalda del tronco de un árbol y me crucé los brazos sobre el pecho, viendo burlona la imagen que me regalaba.

Llevaba un traje gris y su peinado bien hecho con mucha laca. Sí que estaba de infarto, sobre todo con ese traje y el entorno campestre que nos rodeaba; cualquiera en su sano juicio sabría que estaba bueno, incluso una estúpida unida a él con un lazo de sangre.

Me incorporé rápidamente percatándome que no parecía que fuese a detenerse a distancia. Me puse a la defensiva, descrucé los brazos y levanté una mano para detenerlo.

-Alto ahí, señor.

Coyle pasó por alto mi queja y se plantó frente a mí, muy cerca, haciendo que mi mano quedara pegada a su pecho. En un principio me quedé sorprendida por cómo movió mi brazo sin hacer esfuerzo alguno, y después me aparté velozmente empezando a sentir la corriente de sensaciones.

Con las yemas de los dedos aun cosquilleándome, di dos pasos hacia atrás y nuevamente me crucé de brazos. Coyle fijó su mirada en la mía y la nubosidad gris de sus ojos hasta lanzaba rayos.

Lazo de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora