Luego de recorrer el camino que me sabía de memoria, llegamos al despacho del Decano Birce. Uno de los Guardianes que me escoltaba se adelantó y tocó la puerta de madera con los nudillos antes de que una voz conocida le permitiera abrir.
El Guardián se hizo a un lado para dejarme pasar y el otro no se separó de mis espaldas mientras lo hacía. De vez en cuando visitaba a Birce cuando Zhukova no me soportaba, y hablábamos, o más bien me obligaba a escucharlo hablar largo y tendido durante horas. El castigo perfecto, bien sabían.
Ya había sentido la tensión mucho antes de ingresar al despacho, pero ver a Coyle allí me revolvió el estómago. Iba bien vestido con uno de sus trajes elegantes y su pelo bien peinado hacia atrás. Mierda, que era jodidamente impresionante.
Sin embargo, cuando me fijé en la expresión de su rostro, supe que estaba en serios problemas. Vale, eso ya lo sabía, pero el tipo se veía muy cabreado. ¿En serio se molestaba porque yo, que no era nada de él, me portaba mal?
Y una mierda. ¿Qué le vas a estar importando? ¿No te acuerdas que andaba muy sonriente con Zhukova? Tú eres la siguiente, pendeja, rugió la arpía y mi sensato subconsciente me miró de lejos, como era su costumbre al verme metida en problemas de conducta.
—Jenssen, puedes sentarte —me dijo Birce con amabilidad.
Puse los ojos en blanco y me senté en la silla frente a su escritorio. Muy pronto, Coyle, que estaba parado, se movió de su sitio y terminó acomodándose en la silla de al lado. Sentía su penetrante mirada puesta en mí. Yo lo ignoraba y me limitaba a ver hacia la ventana detrás de Birce, las cuales ofrecían una vista panorámica del campus.
Fue en el momento en que carraspeó que me di cuenta de su presencia. Zhukova se mantenía de pie en una de las esquinas adyacentes.
—Supongo que imaginarás por qué te he citado aquí, ¿no es cierto? —comenzó Birce con su apaciguada calma. A veces su tranquilidad me sacaba de quicio.
Detalles como ese me hacían preguntarme cómo es que un hombre de tan buen porte, se acostaba con otra. Pero bueno, la verdad es que, las apariencias engañan.
Y respecto a su pregunta, pues claro que sabía por qué me habían convocado a allí, pero no sabía qué pintaba Coyle en la ecuación. La neta, ¿Qué cojones hacía él allí?
—Sí, pero... tengo una duda —contesté y Birce asintió una vez para que continuara—. ¿Qué tiene que ver con este tipo para que esté aquí? —ni lo miré, simplemente lo señalé a medias con la cabeza.
Birce se vio algo incómodo cuando posó su mirada en Coyle. Adoraba cuando se ponía nervioso y su primer fallo para dejarse a evidencia era aflojándose la corbata, y en las buenas, limpiándose la frente con un pañuelo de terciopelo blanco y dorado.
—El señor Coyle ha sugerido que se le realice un traslado a su casa —informó yendo directico al grano—. Dejará Stronghold y se dedicará a recibir estudios superiores.
Se me hizo un nudo en el estómago y mis pulmones no absorbían el suficiente oxígeno como para mantenerme cuerda del todo. Se estaba cumpliendo lo que más había temido, joder, y cómo deseaba que se tratara de una pesadilla, que me despertara en mi cuarto desordenado y que me preparase para empezar mi día sin marca y sin Coyle.
—¿Cómo superiores? —inquirí aturdida—. ¿Superiores en combate?
La siniestra risita de Coyle me puso los vellos de punta. Hasta ese momento no le había oído pronunciar un sonido parecido.
—No, Jenssen —negó Birce, como si le fuese complicado darme la noticia, como si fuera un pesar. ¡Y lo era!—. El señor Coyle ha dispuesto que la instruyan en lo referente a la política y al arte.

ESTÁS LEYENDO
Lazo de Sangre
VampirosCharlie Jenssen es una dhampir, nacida y entrenada para luchar contra los strigoi. Su más grande anhelo: convertirse en la mejor Cazadora que existiese. Pero desgraciadamente sus planes se van al chasco cuando, al salir de una fiesta en medio de la...