c a p í t u l o u n o

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Joaquín bajo del elevador sosteniendo las carpetas pegadas a su cuerpo, tomándose un momento para saludar a todo el personal que estaba ahí, camino a pasos firmes a la oficina que estaba al fondo del pasillo deteniéndose justo antes de entrar para saludar a la secretaria.

— Hola Julia, pasaré a ver al señor Emilio —avisó el castaño antes de abrir la enorme puerta, parándose justo a lado del escritorio.

— Se supone que la puerta existe por algo — comentó concentrado en los papeles.

— Sé que existe por algo, pero no la necesito… Primero que nada gracias por el regalo de aniversario —susurró con una sonrisa.

— ¿A si? —preguntó Emilio levantando la mirada para ver al menor vistiendo un perfecto traje color negro, resaltando aquellos ojos mieles con un toque de amarillo, que cautivan la mirada al igual que la esbelta silueta junto con los rizos castaños que parecen brillar— Recuérdame el regalo que te hice.

— Por supuesto, los últimos zapatos de la colección más nueva del mejor diseñador —respondió.

— ¿Y eso cuanto costó? —intrigó dudoso el mayor.

— Seis mil dólares, pero es lo mínimo por nuestro décimo aniversario de conocernos y por supuesto de trabajar para usted —comentó Joaquín con una sonrisa, viendo cómo es que el contrario asentía— Le traje un regalo de mi parte, ¿Recuerda al caso del señor Miller?

— Por supuesto que lo recuerdo, su socio no admite que robo su idea y la vendió como si fuera suya, por desgracia no hay pruebas —musitó.

— Sobre eso es mi regalo, traigo una declaración del socio aceptando la culpabilidad de todos los cargos, la tengo por escrita y por video —dejo caer en el escritorio la carpeta con lo mencionado— Soy fantástico en mi trabajo ¿o no? — agregó el menor sonriendo.

— Lo eres, no por nada ganas más que casi todos los abogados de aquí, puedes irte, disfruta tu regalo que compraste sin mi autorización —dijo seriamente Emilio.

— Se supone que tenías que fingir que tú lo compraste, en todo caso si te molestara me hubieras quitado el poder de tus tarjetas hace demasiado —murmuró el castaño.

— Como sea, necesito que vayas a checar a mi hermano y en la noche me des un informe en mi casa, últimamente está muy raro y mi padre me hace preguntas de las cuales no tengo respuesta—pidió el mayor.

— Será como digas señor —musitó Joaquín recalcando la última palabra pues sabía que le incomodaba al contrario— Debo tratarlo con respeto, al final de cuentas es mi jefe, es mayor que yo por once años y es un alfa dominante —agregó de manera burlona haciéndolo bufar.

— Sé que soy mayor que tú no hay necesidad de recalcarlo y lo del alfa ambos sabemos que eso a ti no te causa impresión, ya que a pesar de ser beta logras controlar a mi idiota hermano que igual es un alfa dominante —dijo el rizado— ¿Por qué crees que te contrate cuando a penas tenías catorce? Has sido al único que le hace caso ese mocoso.

— Incluso en ese entonces como un adolescente era genial y muy bueno en lo que hago. Te veo más tarde —comentó el beta antes de salir de la oficina tenía que ir a hacer el trabajo que le pidió.

Joaquín sin poder evitarlo en cuanto se subió al elevador soltó un suspiro frustrado, recordando como es que se sintió en el momento que salió de la escuela y lo estaba esperando el hermano del alfa que había golpeado, siendo honesto esperaba que lo regañarían sin embargo fue todo lo contrario, incluso lo contrataron. Incluso desde la primera impresión se le hizo bastante atractivo con aquellos ojos negros con mirada penetrante, los rizos negros perfectamente peinados, siempre vistiendo una camisa ajustada que le hace lucir más el gran físico.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora