Especial Yael Y Mark

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El ser el hijo menor de los Speckman, siempre tuvo una fama de rebelde incontrolable, desde sus adolescencia comenzó con escándalos de peleas escolares, aumentando poco a poco hasta llegar al punto donde su única fama era irse de fiesta, ponerse muy borracho, fumar e incluso drogarse.

Si le preguntaran porque tenía tanto afán de meterse en problemas, no sabría que decir simplemente se volvió una necesidad o un impulso.

A pesar que desde que tenía quince años llegó Joaquín a su vida y realmente evitaba que no se metiera en tantos problemas como el te tenía planeado, pues muchísimas veces le toco que sus planes se vieran interrumpidos por aquel castaño que lo llevaba a casa prácticamente a amenazas.

Realmente a pesar de eso le tuvo un gran aprecio desde el principio, era como un hermano algo molesto a veces, pero que quería demasiado, pues a pesar que siempre lo estaba regañando también tenían momentos muy divertidos.

Y si le preguntan unos de aquellos momentos era cuando se portaba cariñoso con Joaquín y su hermano se ponía de mal humor.

Habían aprendido a controlar a la prensa por lo que cada vez salían menos notas de él, aunque eso no implicaba que se metiera en problemas, en especial después de que se fue a vivir sólo.

Todo parecía que su vida seguiría tomando el mismo rumbo, al menos hasta que fue a una fiesta que le cambio la vida. Como cada vez que salía estaba dispuesto a buscar una aventura de una noche, sin embargo llegó a más de eso.

Llegó al bar en su auto deportivo, entró al lugar pidiendo de inmediato un trago tomándoselo al instante, mirando a la gente que estaba a su al rededor buscando a su diversión de esa noche.

Varios omegas e incluso betas llegaron su atención, pero ninguno lo hizo como un pequeño omega de cabellos castaños, un cuerpo muy definido acompañado de una cintura que relucia con el top que traía puesto, que al parecer le incomodaba pues no dejaba de jalarlo intentando tapar su abdomen descubierto.

De inmediato el alfa se acercó dedicándole una sonrisa en cuanto estuvo frente a él, siendo correspondido por todo el grupo de amigos menos aquel omega que le intereso. Eso de alguna menera le pareció extraño, sin embargo pensó que simplemente se estaba haciendo el inocente.

— ¿Te gustaría bailar? —intrigó Mark extendiendo su mano, la cual fue tomada tras demasiadas insistencias de los amigos del omega— Soy Mark ¿y tú?

—Yael —susurró el omega con sus mejillas sonrojadas.

— Lindo nombre —admitió moviendo su cuerpo al ritmo de la música, jalando un poco al contrario logrando que sus cuerpos choquen, para así poder guiarlo y sentir el calor contrario— Igual que tú —coqueteo, viendo como el sonrojo aumentaba aún más, vaya que fingía muy bien.

El alfa bajó cada vez más su mano que estaba en la cintura contraria, siendo detenido de inmediato subiendola al lugar inicial, lo que le causó una sonrisa. Continuó bailando, solo que esta vez no dejó de susurrarle cumplidos al oído, estremeciendolo por completo mientras rozaba su pierna contra la intimidad contraria.

Disfrutando del adictivo aroma que soltaba Yael, tanto que de inmediato su lobo hizo presencia, aumentando también su olor, llevándolos a sentir un gran calor en sus cuerpos.

— ¿Qué te parece ir a otro lado? —intrigó Mark, ya completamente perdido en el aroma, sonrió al verlo asentir tímidamente.

Sin siquiera esperar salieron directo del lugar subiéndose al primer taxi que encontraron, lo que menos pensó el alfa fue en su coche, dudaba el poder manejarlo en estos momentos.

Todo el trayecto fueron controlando se para prácticamente no lanzarse al otro, las feromonas eran cada vez más fuertes, pero parecía que ninguno lo notaba por estar metidos en su mundo.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora