c a p í t u l o o n c e

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Al día siguiente Joaquín desayuno con todos, antes de irse directo a la casa de Omar no sin antes despedirse del alfa, aunque claro no le dijo a dónde iba, pues no sabía si debía hacerlo.

Llegó a una pequeña casa que estaba perfectamente arreglada y con un gran jardín con diferentes plantas que estaban muy bien cuidadas. La puerta fue abierta por el omega que le sonrió complacido.

— Pásate, iré a traerte una taza de café —murmuró Omar, regresando momentos después con la taza en manos— ¿Saben que viniste a verme? —intrigó viendo cómo negaba— Una parte de lo que te contaré es secreto, pero te daré la libertad de hacer lo que consideres mejor —agregó pues sabía que haría lo correcto.

— Te agradezco la confianza —susurró el beta dándole un trago al café.

— No agradezcas, para mí también eres como un hijo, quizá solo estuve contigo unos cuantos años, pero te agarre mucho cariño —admitió el omega con una sonrisa.

— ¿Jamás te imaginaste con tus propios hijos? —intrigó Joaquín sin embargo al ver la expresión del contrario se arrepintió de haberlo hecho.

— Llegue a la casa de los Speckman prácticamente desde que se casaron, el esposo de Harvey ya estaba embarazado, justamente esperando a Emilio. En cuanto nació comenzó a irse de fiesta y a comprar muchas cosas, en fin no estaba prácticamente abandono a su hijo, así que yo comience a hacerme cargo, desde ese momento nos volvimos mucho más unidos. Algunos meses después se fue definitivamente, entonces los sentimientos comenzaron a aparecer —comentó Omar tomándose un momento para tener en valor de continuar.

— Sí no quieres seguir lo entiendo —susurró el castaño, a lo que negaron de inmediato.

— Se podría decir que nos tomamos nuestro tiempo, íbamos poco a poco, una sonrisa, un beso en la mejilla, algunas salidas, todo mientras criábamos a Emilio juntos. —soltó un suspiró —Nos tardamos demasiado en dar el siguiente paso, porque yo tuve una mala experiencia, donde solo me uso uno de mis novios, Emilio estaba por cumplir nueve cuando formalizamos, después de tanto. Todo estaba bien, hasta que regresó el aún esposo de Harvey, yo jamás me metí en su matrimonio hasta que no estuvo destruido.

El omega se tomó un momento para tomar un trato de café intentando que el nudo en su garganta se fuera.

— Harvey me juro que no tendría nada con él, pues llegó a quedarse en la habitación de él —susurró haciendo una pequeña pausa— Yo le creí por ser tan estúpido, ya que en tan solo un tiempo estaba embarazado de nuevo, cuando me enteré entre en shock y al intentar irme de la casa me caí pues estaba lloviendo, cuando llegue a la casa tenía un dolor inmenso en el estómago, pero aun así no fui al doctor… Me arrepiento tanto de no haberlo hecho —agregó deteniéndose, ya que las lágrimas en sus ojos amenazaban con salir.

Joaquín se acercó, intentando ayudarlo a sentirse mejor.

— Desde siempre tuve una enfermedad que me hacía prácticamente infértil, sin embargo ocurrió un milagro… Tenía casi cinco meses de embarazo cuando pasó eso, me enteré unos días antes de que llegara el padre de Emilio, lo oculte para decirlo cuando estuviéramos solos, claramente no pasó eso. Perdí a mi bebé por el shock de que Harvey no cumplió su promesa, además de la caída, pero no solo fue eso, al no ir al hospital sufrí muchos daños quedando esta vez completamente estéril y sin mi hija —en cuanto término de contar comenzó a llorar, siendo consolado por el beta que lo abrazaba.

Tras unos minutos el llanto paro, haciendo que se separaran dedicándose una pequeña sonrisa. Internamente el castaño estaba más que molesto con Harvey, no podía creer que lo hiciera sufrir tanto.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora