c a p í t u l o c i n c o

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— Después de que mis padres murieran, me llevaron a un orfanato, casi en cuanto llegue me llego la carta diciendo que había obtenido una beca total en el colegio más prestigioso de la ciudad, donde estudiaban prácticamente puros alfas y una gran parte eran dominantes —comenzó a contar Joaquín, tomándose un momento antes de continuar — Entre y de inmediato comenzaron a hacerme bullying, lo que no esperaron era que me defendiera, así conocí a Mark, como tal solo me tiro mis libros, pero de inmediato le disloque el hombro.

— Era de suponerse —dijo Javier con una sonrisa.

— El mimo día que le disloque el hombro, al salir de la escuela me encontré a Emilio esperándome— susurró, recordando aquel momento.

Claramente en cuanto lo vio, lo reconoció, ya que sabía a quién le había dislocado el hombro, pues es de las familias más poderosas. Sintió algo de temor, ya que era mucho más grande que él, pero hizo todo lo posible para no demostrarlo.

— Sí quieren demandar háganlo, no tengo nada que me puedan quitar —comentó el castaño, aferrándose a su mochila, el hijo mayor de los Speakman, parecía aterrador y a la vez muy guapo.

— No vengo a eso, sé que mi hermano es un idiota y seguramente se lo ganó, de hecho vengo a proponerte algo —murmuró el alfa sacando un papel de su bolsillo entregándoselo al contrario quien lo tomó dudoso— Al parecer a la única persona que le tiene miedo mi hermano eres tú, mi padre está desesperado por controlarlo y te ofrece lo que quieras con tal que lo controles para que no se meta en problemas.

— Eso no me lo esperaba —admitió el beta, tras leer la carta que le mando el señor Speakman, diciéndole casi lo mismo que el hijo de esté le acababa de decir— ¿Puedo pedir lo que sea? —intrigó ya que de inmediato supo que pedir, odia el estar en el orfanato, aunque quizá sería demasiado.

— Será lo que tú quieras, incluso si tú quieres mi padre está dispuesto a que te quedes en la casa con nosotros, para que estés más cómodo, por lo que investigó odias el orfanato —dijo Emilio.

Sin poder evitarlo el castaño sonrió ampliamente, mientras asentía más que feliz.

— ¿Puedo golpear a tu hermano? —preguntó Joaquín.

— Sí, pero no lo lleves al hospital —agregó el alfa antes de subirse al auto yéndose.

El beta comenzó a caminar rumbo al orfanato, sintiéndose más que feliz, tanto porque el no dejarse de nadie sirvió de algo, al igual que podrá dejar el orfanato. Vendo si do honesto una parte de su sonrisa por lo bien que había hablado con el rizado, realmente es alguien muy guapo.

— De ahí me mudé a su casa, me volví muy cercano a su padre, lo que me dio un consuelo a la pérdida de mis padres, con Emilio me llevaba bien, a veces le ayudaba con algunos trabajos de su maestría y demás —continuó contando Joaquín.

— ¿Te gustaba desde ese entonces? —preguntó Javier sin poder evitarlo.

— Eso viene después —contestó sonriendo, dándole de nuevo un trago a la botella de vino, sin embargo se la quitaron — En fin descubrí que Emilio me gustaba a los dieciséis, presento a su novia y yo en todo momento me sentí mal incómodo, con un dolor en el pecho, porque sabía que yo jamás tendría esa suerte porque no soy su estilo —agregó desabrochando su saco ya que lo hacía sentir incómodo.

— ¿Y solo ha pasado eso? —intrigó Javier algo dudoso.

— No presiones —pidió el beta — Emilio terminó con su novia, yo terminé la preparatoria y antes de ir a la universidad ayudé en un caso para el despacho por lo que me ofrecieron trabajo, al principio era un sueldo ridículo, sin embargo Emilio los convenció de que me pagarán mejor. Todo estuvo muy bien por un tiempo, jure que me había olvidado de él, pero no fue así, lo descubrí una noche, que fue mi alegría y a la vez la peor de mi vida.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora