c a p í t u l o s i e t e

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Joaquín se tomó unos cuantos días para pensar si era una buena decisión decirle al alfa lo que ocurrió entre ellos, al final llegó a la conclusión de que sería lo mejor, solo que primero tendría que arreglar unas cuantas cosas pues sabe que ya no podrá trabajar para el bufet y mucho menos para los speckman.

Entró al bufet de abogados caminando directo a la oficina de Emilio, esperando esta vez a que le dieran en paso, ya que desde su última discusión todo se había mantenido al margen entre ellos.

— Puede pasar joven Joaquín —susurró la secretaria con una sonrisa.

— Gracias —dijo el castaño entrando a la oficina encontrándose al mayor concentrado en los papeles— Me gustaría hablar contigo de un tema muy importante.

— Pues hazlo —murmuró Emilio.

— No, si no te importa me gustaría hacerlo en tu departamento en la noche para que todo sea más privado —pidió el beta, con un semblante algo triste, sabía que todo cambiaría después de esta noche.

— Esta bien, te espero al salir del trabajo —comentó con una pequeña sonrisa cuando por dentro estaba más que confundido y curioso, de lo que quiere hablar el menor.

Joaquín fue directo a la oficina de Javier para contarle lo que está dispuesto a hacer hoy.

— Le diré a Emilio lo que pasó entre nosotros —susurró al entrar sentándose en el sofá que había.

— Me parece bien, así podrás comenzar de nuevo, ¿ya has pensado que harás después? —preguntó el joven.

— Sí, me tomaré unos días para buscar un nuevo empleo, porque estoy seguro de que ya no trabajaré aquí, a lo mejor me animo a ir a la universidad y terminar mi carrera, tengo suficientes ahorros para hacerla e incluso me podría mudar a un lugar muy importante para mí —admitió el beta, con una sonrisa, de alguna manera le encanta vivir por donde vivió cuando sus padres eran niños.

— Me alegro mucho, espero que todo salga como esperas —dijo Javier viendo como el contrario se iba, sintiéndose más culpable por no decirle de sus sospechas, pero dudaba que le fuera a gustar lo que dijera.

Más tarde a la hora de la comida, Viakram llegó a la oficina del castaño con comida, dándole la oportunidad de platicar un poco y despejarse también, al final se despidieron con un beso en la mejilla, continuando con su día laboral.

Al llegar la noche los nervios estaban al máximo, incluso dudo un poco al subir al elevador que lo llevaría al penhouse, sin embargo se armó de valor y lo hizo sosteniendo fuertemente el folder en sus manos, en el momento que entró viendo al alfa frente a él.

— ¿Qué traes ahí? —preguntó Emilio bastante curioso.

— Mi carta de renuncia, la voy a necesitar después de lo que te voy a decir —murmuró el castaño sentándose en el sofá— Ni siquiera sé cómo empezar.

El alfa no respondió, el nudo en su garganta no lo dejaba hablar, el pensar que no vería al menor le causaba mucho miedo, pensó que con mantenerse al margen como lo había hecho este tiempo sería suficiente.

— La noche que se te olvidaron tus supresores no la pasaste con alguien que te encontraste por ahí... —hizo una pequeña pausa para poder tomar valor y continuar— La pasaste conmigo, estaba a punto de ir a comprar tus supresores entonces me besaste y una cosa llevo a la otra, lo hicimos varias veces y en cada una de estas, te me declare, porque me enamore de ti cuando casi en cuanto te conocí, incluso justo ahora después de verte casarte lo sigo estando por más que quiera negarlo.

En cuanto término de contar, todo se quedó en completo silencio, el semblante del rizado jamás cambió. El teléfono de Joaquín vibró en ese momento a pesar de ser una situación incómoda lo tomó más como para tener una escapatoria, sin embargo en cuanto le leyó el mensaje entendió todo, subió la mirada para mirar al contrario y como esté seguía sin reacción alguna.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora