c a p í t u l o d o s

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Joaquín se levantó de la cama sintiendo sus ojos más que pesados, la noche anterior no había podido dormir casi nada debido a lo molesto que se encontraba con el alfa, por más que intento dejarlo ir, seguía molesto por el comentario que hizo.

Se dio una ducha para intentar relajarse un poco, ya que debía ir al bufet de abogados para ver unos asuntos que tiene pendientes. Se colocó su traje color negro, acompañados de sus nuevos zapatos cortesía de Emilio, antes de salir de su departamento, el cual era bastante modesto, pues a pesar del sueldo millonario que le pagaba el bufet donde trabaja, prefiere la modestidad.

De hecho aún no entiende como es que el rizado logró que le pagarán esa cantidad, ya que a él le ofrecían un sueldo ridículo, ya que como tal solo lo ocupaban en ciertas ocasiones. Pero bueno no se podía esperar menos del mejor abogado que tiene ese bufet.

Aunque no lo crea Emilio es solo un socio pequeño y empleado, ya que el bufet como tal es de otra persona, sin embargo, no hubiera tenido tanto éxito de no ser porque era uno de sus abogados.

Momentos después el castaño llegó a su trabajo saludando a las personas que se encontró, entrando a su oficina que era algo pequeña lo cual no le molestaba, ya que realmente no pasaba mucho tiempo, ya que su trabajo se trataba en asignarle los casos a los abogados y ayudarlos si es necesario, quizá con alguna investigación y demás.

Normalmente se encargaba más de ayudar al alfa, ya que esté le daba un sueldo extra por ayudarle y controlar a su hermano. El teléfono de la oficina sonó, lo tomó de inmediato colocándolo en su oído.

— ¿Bueno? —comentó Joaquín concentrado en analizar el nuevo caso para saber que abogado sería el mejor, curiosamente se había vuelto un experto en leyes y ni siquiera había ido a la universidad pues encuentro cumplió los dieciocho comenzó a trabajar en el despacho por ayuda del rizado ya este llevaba un tiempo trabajando.

— Necesito que vengas a mi oficina —pidió Emilio colgando el teléfono de inmediato.

El beta soltó un suspiró resignándose se levantó caminando a la oficina, saludando a la secretaria antes de tocar la puerta esperando a que le dieran el paso para entrar.

— ¿Qué necesita señor? —preguntó Joaquín está vez en un tono serio y no en broma como siempre, mostrando su molestia.

— Por favor siéntate —pidió el rizado quitando la vista de sus papeles, sintiéndose mal por la actitud tan fría del contrario, ya que en mucho tiempo no había tocado la puerta antes de entrar— Lamento el comentario que hice ayer, no fue adecuado y por eso te pido una disculpa, no me gusta que las cosas estén mal entre nosotros te quiero y lo sabes, eres prácticamente de la familia.

El beta asintió con una sonrisa forzada, mientras se repetía mentalmente que se debía mantener al margen, para evitar hacer o decir algo que no debía, todo este tiempo le había funcionado en situaciones peores así que no había problema.

— Ahora que aclaramos eso, te quiero decir que hay un nuevo abogado, deberás darle su primer caso, supervisar lo y decidir en qué área está más capacitado —pidió Emilio.

— Está bien, muchas gracias —murmuró el castaño poniéndose de pie deteniéndose junto a la puerta— Me retiro señor —agregó antes de salir directo por el nuevo empleado.

Joaquín entró a su oficina pidiendo que mandaran al nuevo abogado a esta, en tan solo unos momentos su puerta fue tocada, de inmediato dio el paso notando a aquel alfa alto de cabello oscuro lacio, con ojos cafés oscuros, de alguna manera se le hizo conocido, le pidió que tomará asiento aún pensando donde lo había visto antes.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora