c a p í t u l o q u i n c e

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Joaquín miraba curioso aquella imagen frente a él, sin saber cómo sentirse al respecto. Ahí estaba el alfa de pie frente a él moviéndose suavemente mientras que con sus dos manos sostenía a la bebé que dormía, al mismo tiempo que tenía su cabeza recargada en el hombro del mayor.

Era bonito verlo así con la pequeña, pero también le causaba una sensación extraña, debido a que él jamás podrá darle eso. No importa que Emilio le haya dicho que ya no desea ser padre, para él eso es una verdad a medias, no puede cambiar solo así la manera de pensar.

En eso llegó Yael con el cunero para qué acostará a la bebé, agradeciéndole al rizado por haberla cargado.

Ya habían pasado unas semanas desde el nacimiento, de la niña por lo que se podría decir que sus vidas volvió a la normalidad, aunque claro que todos seguían viviendo en la mansión, incluyendo a Omar que cada vez mantenía más distancia con Harvey, situación que se les hacía extraña a todos.

Joaquín se levantó para ir al patio, quedándose parado en los rayos del sol mientras veía las flores que estaban cada vez más lindas, de repente sintió como lo abrazaban por la cintura por detrás.

— ¿Qué pasa? —intrigó el mayor en un tono suave, el que se saliera así de repente lo preocupo— No digas que nada —murmuró tras verlo negar, al ver que no contestaba, continuó— ¿Es por lo de los hijos? ¿verdad? —intrigó colocándose enfrente del menor, entrelazando sus manos.

— Me es inevitable —susurró el beta, bajando la mirada, no quería verlo a los ojos pues se ponía nervioso.

— Mírame —pidió Emilio, al ver que no le hacía caso, lo tomó del mentón para hacer que lo viera — No me gusta que pienses eso, te lo digo en serio estoy bien sin tener hijos, así que deja de pensar que me siento mal o algo así.

— Pero tú cargas a la bebé tan bonito —musitó el castaño abultado sus labios.

El alfa negó separando el agarre de sus manos para tomarlo de las mejillas dedicándole una sonrisa cálida, el que pensara que le estaba mintiendo respecto a que ya no desea ser padre lo hacía sentir mal y a la vez preocupado de que logre causar problemas entre ellos.

— Eso es normal, es nuestra ahijada, la quiero cuidar de todo, estoy bien siendo el padrino —murmuró en un tono suave, recordando la conversación con su hermano de esta mañana.

— ¿Nuestra? —intrigó curioso Joaquín con los ojos brillando de la emoción, jamás pensó que sería padrino.

— Sí, Mark me dijo que nos lo pedirán oficialmente en la cena, solo quería asegurarse que aceptaremos — comentó el rizado sonriendo ampliamente al ver la emoción del contrario.

— Lo siento —susurró el beta alejándose del agarre de sus mejillas para poder abrazar al mayor, no podía estar con este tipo de berrinches, se supone que es un adulto.

— Está bien —dijo Emilio proporcionando caricias en la espalda, intentando reconfortarlo— Es normal tener esas dudas, por eso es importante que me las digas para aclararlas… —hizo una pausa para hacer que se separaran del abrazo para lograr verse de nuevo a los ojos— Te amo y no me gustaría que nos alejáramos por algo así.

— Dilo otra vez —pidió el castaño más que feliz, causando la risa del alfa quien le dio un corto beso —Anda —pidió tras verlo negar, quería escucharlo nuevo porque lo dijo con tanta sinceridad.

—Te amo demasiado —susurró de nuevo, sonriendo aún más al ver la emoción del contrario.

— Yo también te amo —admitió Joaquín abrazando fuertemente del torso al mayor.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora