c a p í t u l o n u e v e

541 54 39
                                    

— ¿Qué puedo hacer? —intrigó Emilio tras reaccionar a las duras palabras del menor.

— Eso deberás averiguarlo tú, porque yo no pienso hacer nada, quien me desprecio de tantas formas diferentes fuiste tú, quien fingió no acordarse cuando me entregue a ti fuiste tú. Así que te toca ganarte una oportunidad —susurró Joaquín, jugueteando con sus manos, estaba nervioso, pero debería mantenerse firme.

— Lo haré, te lo prometo —susurró el alfa tomando la mano del castaño, dando un beso en el dorso de esta, pues sabía que estaba nervioso— ¿Seguirás trabajando en el bufet? —intrigó con algo de miedo, aún manteniendo las manos del contrario entre las suyas.

— No lo sé, en estos días he pensado en ir a la universidad, quizá podía estudiar leyes, sé bastante —murmuró el beta bajando la mirada algo apenado, sin embargo el mayor lo tomo del mentón haciendo que lo viera a los ojos dedicándole una sonrisa que lo hizo sonrojar.

— Lo que tú decidas esta bien, te apoyaré en todo, te puedo conseguirte el permiso en el trabajo e incluso pagar las colegiaturas —iba a continuar, pero el menor separó sus manos para hacerle la señal de que no dijera más.

— Quiero hacer esto por mí, si necesito algo te lo informaré —pidió Joaquín sonriendo un poco.

— Lo siento —se disculpó bastante apenado— Me gustaría que siguieras trabajando en el bufet, pero cuál sea tu decisión la voy a respetar —agregó.

— Lo pensaré, por el momento aún me quedan vacaciones —murmuró el beta, al parecer el no irse de vacaciones sirvió de algo pues ahora si quería podía irse más de seis meses.

—Cada día te extraño más —susurró Emilio pues desde su oficina podía ver al menor, cosa que le alegraba su día.

Joaquín sonrió tímido, pues no sabía qué responder. Tras unos segundos en silencio el alfa se lo volvió a tomar de las manos, haciéndolo sentir un poco nervioso, jamás habían estado así de cercanos, bueno sin incluir el celo por supuesto.

— Deberías ir a trabajar —susurró el menor en un tono bajo.

— ¿Puedo venir a visitarte más tarde? —intrigó Emilio con una sonrisa en sus labios.

— Mejor mañana, quiero analizar todo lo sucedido con calma —pidió el castaño, a lo que el contrario asintió algo desanimado— Cuídate —agregó una vez que se despidieron con tan solo mover la mano.

El alfa subió a su auto sintiéndose como adolescente enamorado, o al menos eso creía pues realmente nunca se ha enamorado de una persona que no sea el menor. Agradeció internamente a Camilo por regalarlo y hacerle ver su error.

Mientras tanto en la mansión, el beta fue a buscar a Harvey para hablar con él y que no hubiera malos entendidos, pues era lo que menos quería, pues fue quien lo apoyo en este tiempo, Javier también estuvo pendiente pero nada como el señor Speckman.

— Mi hijo a veces es un idiota, me alegro de que aceptará sus sentimientos hacia ti —susurró Harvey sosteniendo su taza de café entre sus manos, sonriendo un poco al ver la expresión de confusión del contrario.

— ¿Cómo... Sabes? —intrigó el beta bastante dudoso, sentándose.

— Simplemente lo sé —murmuró con una sonrisa— Mejor cuéntame que ha pasado.

— Primero que nada, ¿qué tanto sabes? —preguntó Joaquín, pues no fuera a pasar que cuenta algo que no sabía y pasará una vergüenza.

— A Emilio le gustas prácticamente desde siempre, solo que por supuesto se reprimió por la diferencia de edad, incluso se peleó con Mark pues llegó a pensar que eran pareja o que terminarían siéndolo. Al parecer ustedes estuvieron juntos antes de que mi hijo se casara, como el idiota que es, tú te mantuviste al margen pues pensabas que no tenías oportunidad por ser un beta y no un omega, ya que no le podrías dar un hijo. ¿Continuó? —intrigó Harvey sonriendo más que feliz al ver la expresión de asombro.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora