c a p í t u l o v e i n t i t r é s

339 40 41
                                    

-2

Joaquín se despertó, al ver la habitación vacía, decidió ir a darse una ducha, para después colocarse algo de ropa cómoda. Bajo las escaleras, iba a ir primero a la cocina, pero prefirió mejor primero ir a saludar a su prometido... Se sigue sintiendo un poco extraño el decirle así, pero eso no evita que su corazón se acelere.

Habían llegado de Islandia hace unos cuantos días, el viaje había sido totalmente precioso, a parte de su propuesta de matrimonio, habían conocido un poco de aquella hermosa isla, la comida, su cultura y por supuesto los hermosos lugares, como algunos museos, cascadas y demás.

Lo que le sorprendió fue cuando llegaron a la casa y está ya se encontraba perfectamente remodelada, unida a la casa de alado, donde Emilio acomodo sus cosas incluidos su gimnasio, oficina y demás. Por lo que desde ese día viven oficialmente juntos.

Abrió la puerta, recargandose en esta mientras ve cómo el rizado está haciendo algunas pesas. Inevitablemente concentró su mirada en el torso desnudo de esté, viendo cómo los músculos se tensaban con cada movimiento y como brillaba un poco por el sudor.

El mayor sentía la mirada de Joaquín sobre él, aún así decidió hacer como que no había notado, al menos hasta que terminó su serie de ejercicios. Sentándose dejando las pesas en el suelo, sonriendo al ver cómo se acercaba sentándose en sus piernas.

— Hasta que te levantas pequeño dormilón —susurró el alfa, antes de robarle un corto beso, llevando sus manos a la cintura contraria— Se supone que harías ejercicio conmigo —le recordó, pues habían quedado en eso.

— No quiero, con lo de anoche tuve suficiente ejercicio —murmuró el castaño abultado sus labios— El sexo trabaja todos los músculos—se  sonrojo un poco, por aquel comentario— Así que dime que prefieres, entrene ahorita o en la noche —agregó, tomando la mano del contrario para bajarla hasta casi llegar a su trasero.

Emilio soltó una risita, mientras negaba, por supuesto que prefería la propuesta de hacerlo en la noche, solo que le daba risa como es que su prometido sabía como conseguir lo que quería, sin si quiera esforzarse. Sin decir nada se inclino para robarle un pasional beso, intentando provocarlo, cosa que supo que logró al escuchar un jadeo. Se separó con una sonrisa triunfante, quitando a su prometido de sus piernas para subirse a darse una ducha, escuchando como le decían "idiota" Haciéndolo reír.

El beta camino directo a la cocina para poder comenzar a preparar el desayuno, casi en cuanto termino bajo el rizado ya bañado y cambiado, por lo que disfrutaron de los alimentos juntos.

— ¿Crees que ya debamos decirles? —intrigó Joaquín, mostrando su anillo, aún no le decían a nadie de su compromiso, así que pensó que ahora que van a venir todos a comer a la casa.

— Sí —contestó de inmediato el alfa, emocionadose demasiado por dar la noticia— Pero antes me gustaría saber, ¿que tan pronto deseas casarte? Yo había pensado en el 23 de este mes, solo que será como tu gustes.

El menor subió la mirada, con gran emoción, intentado averiguar si Emilio había elegido esa fecha por lo que cree. Al ver cómo esté se levantaba para abrazarlo mientras asentía supo que sí fue por lo que pensó; aquel día sus padres cumplían un año más de casados, por lo que él que eligiera esa fecha es un gesto más que lindo.

Unas cuantas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, mientras se cerraba al cuerpo de su prometido.

— Sí quiero casarme ese día... Soy un buen organizador de bodas, asi podré hacerlo en dos semanas, —susurró Joaquín separándose un poco del abrazo, para darle un corto beso.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora