c a p í t u l o v e i n t i d ó s

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El día de viaje a Islandia llego, la pareja salió muy temprano directo al aeropuerto, donde tomaron su vuelo. En el despegue el castaño se puso bastante nervioso, pero todo se calmo cuando lo tomaron de la mano, mientras le daban cortos besos en la frente.

Llegaron a su destino después de un vuelo muy largo, tomaron un taxi al hotel, al llegaron Joaquín se sorprendió demasiado al ver lo lindo que era el lugar y ni decir de la habitación, tenía su propia alberca, junto con un jacuzzi una gran cama, además de una hermosa vista. Esta seguro que este viaje le saldría en una fortuna.

— ¿Estas cansado? —intrigó el rizado, abrazando por detrás a su pareja, dejando un beso en la cabellera.

— Demasiado, jamás había tenido un vuelo tan largo —murmuró totalmente agotado, casi doce horas de vuelo más la diferencia horaria, hizo que llegarán ya en la noche, por lo que era perfecto para irse a dormir.

Emilio no dijo nada, simplemente se alejo un poco para cargar al beta, dejándolo acostado en la cama, subiéndose encima de este, para comenzar a desvestilo.

— No tendré sexo —susurró el menor, no era que no tuviera ganas, por supuesto que quería, solo que si lo hacían no prometía quedarse despierto.

— Esa no es mi idea... Además dudo que se me pare, solo quiero dormir desnudos —admitió el alfa, concentrando en continuar desvistiendolo, sin obtener reproches.

Una vez que ambos estuvieron completamente desnudos, se pusieron bajo las cobijas tapándose, mientras se abrazaban cayendo completamente dormidos.

[...]

Joaquín soltó un gruñido, intentando que su novio dejara de besarle el rostro, solo quiere dormir tranquilamente. Al ver que ya no se podría abrió los ojos, dándole un pequeño empujón al contrario para evitar que siguiera besándolo.

— Anda —susurró el alfa, dejando un último beso en la frente, antes de ir por la bandeja del desayuno, sonriendo en cuento vio como el menos abría los ojos emocionados—El precio es un beso —pidió.

Con una gran sonrisa el beta subió el rostro, logrando unir sus labios, de inmediato Emilio aprovecho para aumentar el ritmo del beso, dejando pequeñas mordidas en su labio. Alejándose tras unos momentos con una sonrisa satisfactoria, dejándole el desayuno sobre sus piernas, acostando se a su lado, notando que este seguía desnudo, inevitablemente se sonrojo un poco.

— ¿Acaso recibiste el desayuno así? —intrigó  bastante curioso Joaquín, sabe que el mayor es exibicionista con él, más no con otras personas.

— Por supuesto que no, me puse una bata, que ya me quite. Además me ofende muchísimo que no pensaras que yo lo cocine, tome cursos solo para poderte hacer el desayuno después de hacerte el amor —comentó con una gran sonrisa.

El castaño sonrió complacido, el que Emilio tomará clases de cocina por él, ha sido un gran gesto que no deja de emocionarlo. Jamás pensó que además de las clases, siempre buscaría darle un detalle.

Al terminar de desayunar, ambos se vistieron con algo de ropa cómoda, para salir tomados de la mano a conocer un poco de Islandia, antes de tomar un automóvil que los llevaría a la famosa cueva de hielo, que está mas que linda.

— Sabes, me gustas demasiado —murmuró Emilio, dejando un beso en la mejilla contraria.

— Y tu a mi —admitió, subiendo su rostro para recibir un corto beso en sus labios, haciéndolo sonreír bobamente por unos segundos— Anda sigamos caminando —pidió.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora