c a p í t u l o d i e c i s i e t e

421 51 54
                                    

Joaquín frunció su ceño mientras se removió en la cama, al no poder volver a conciliar el sueño abrió los ojos, cegándose por unos momentos. Una vez que logró ver, se extrañó demasiado al encontrarse con una cama vacía, inevitablemente su mente lo llevó a aquella noche que lo hicieron por primera vez.

Suspiro intentando mantenerse positivo, en rollo la sabana en su desnudez, para ponerse de pie sintiendo una fuerte una punzada en su espalda baja. Salió de la habitación a paso lento, ya que de esa manera le dolía menos, al ver la cocina y la sala vacía, de inmediato fue al cuarto de ejercicio donde fue que lo encontró, medio sudado, sin camisa y muy sexy por supuesto.

— Así no me molestaré por abandonarme —murmuró el castaño, sonriendo en cuanto vio que el alfa noto su presencia, dejando de hacer ejercido para acercarse a él.

— Lo siento, pero llevo mucho tiempo sin hacer ejercicio y ahora más que nunca debo cuidarme —dijo Emilio, tomando de la cintura a su novio sonriéndole.

Inevitablemente el beta se sonrojó por completo, por lo que bajo la mirada, concentrándose en que la sabana que esta al rededor de su cuerpo no se caiga.

— ¿Acaso quieres mantenerme en forma, para cuando estemos juntos? —intrigó Joaquín a pesar de que la respuesta era obvia.

—Definitivamente, porque en mis planes esta repetir lo de anoche… Muchas veces —susurró el mayor, contra el oído contrario estremeciéndolo.

— Pues tendrás que ganarte cada una de esas veces que quieras hacer, como ahorita que deberás preparar el desayuno —murmuró el castaño con una gran sonrisa, mientras se alejó del agarre en su cintura— Iré a ducharme —aviso caminando a la habitación, intentando caminar lo mejor posible, sin embargo se dio cuenta de que fallo, una vez que escucho la risa del contrario— Te quedaras sin hacer nada por un tiempo —amenazó.

Emilio negó, de inmediato regresó a terminar de hacer su rutina de ejercicio.

Mientras tanto el castaño para relajarse un poco, ya que el trasero le dolía, decidió meterse a la tina de baño, donde justo estaba ahora, rodeado de agua tibia y muchas burbujas que lo hacían relajarse por completo. Cuando de repente sintió como el agua comenzó a moverse, intentó ignorarlo sin embargo fue imposible en el momento que sintió un peso sobre él.

— Vine a relajarme contigo —susurró el alfa, acomodándose para no dejar caer su peso completo sobre su novio, dándole un beso a la mejilla.

Sin poder evitarlo Joaquín pasó sus brazos por la nuca del rizado, acariciando justamente los rizos de esté que se encontraban mojados por el sudor.

— ¿Ya te limpias o te ayudo? —intrigó Emilio, iba a llevar sus dedos a la entrada, solo que de inmediato fue detenido.

— No va a entrar nada ahí, que te pertenezca, en un tiempo —amenazó el beta, mirándolo mal.

El rizado asintió, se levantó para poder acomodarse esta vez detrás de Joaquín abrazándolo por la espalda, esa posición era más cómoda para ambos.

— Pedí el desayuno, llegará en una media hora, no lo hice porque no quisiera cocinarte, solo que no sé y prefiero que comas algo bien hecho. Ya me voy a meter a un curso de cocina para hacerte todos lo que tú quieras —dijo el alfa, dejando pequeños besos en el cuello de su novio estremeciéndolo.

El castaño no respondió simplemente sonrió ampliamente, el que hiciera un gesto tan lindo como aprender a cocinar por él, hacía que su corazón se acelerará además de hacerlo sentir especial y amado.

Tras quedarse unos momentos más en la tina relajándose, salieron a darse una ducha donde compartieron unos cuantos besos, cada uno se cambió de ropa, afortunadamente el menor aún tenía una cuenta de la que le compró la vez pasada Emilio por lo que no hubo problemas. Por eso mismo ahora pueden estar desayunando tranquilamente.

No soy a quien necesitas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora