12.

1.1K 91 46
                                    

Le tiro un cojín a la tele cuando acaba el primer tiempo del partido, están jugando super bien, pero necesitan más, un poco más.

La Nati me tira de vuelta el cojín y me levanto enojada, camino hacia la cocina y saco el vodka negro que tenemos guardado por si acaso. Lo abro y me echo en un vaso, lo tapo y me lo tomo al seco.

La Nati se acerca y se echa también en su vaso. Llegué ayer en la tarde a Santiago, le escribí a Ben diciéndole que había llegado bien y todo, hablamos un rato nomás por qué él ya tenía que descansar y no quería desconcentrarlo. Hoy no hemos hablado, supongo que lo llamaré después del partido.

Voy al baño con la puerta abierta dándome cuenta que el segundo tiempo ya partió y le grito a la Nati que suba el volumen. Me lavo las manos y me siento al lado de mi amiga mientras saco unas papitas del envase.

— Sacaron al Alexis y metieron a tu pololo. — sonrío feliz, Ben es lo mejor.

Le doy otro sorbo a mi vodka y vuelvo a llenar el vaso, miro por un segundo al piso y la Nati grita.

— ¡No, conchetumare! ¡Brasileños culiaos, por la chucha! — miro la tele y me doy cuenta que hicieron un gol.

— ¡Por la chucha! Hermano, con la mente en el juego — le grito a la tele.

— Hueona, si tu mino no hace un gol, voy a llorar.

— Cállate, hueona, demás que hace uno.

En una las dos nos desconcentramos y en la tele gritan, miramos y le habían pegado una patada en el hocico a Mena.

Cresta, me dolió hasta a mí.

Echan al que le pegó y siguen jugando.

Pasan los minutos y Chile está jugando la raja, pero los brasileños son tan llorones, como ya hicieron un gol, cada vez que pasan al lado de ellos se tiran al piso, son tan sacohueas.

Me paro y voy a la cocina a buscarme una botella de pisco, estoy muy nerviosa.

— ¡Hueona, corre!. — me grita la Nati y corro.

Tiran la pelota al centro y Ben salta pegándole un cabezazo, choca con el palo y se va para afuera.

— ¡Dale, mi amor! ¡Vo' podi'! — le grito a la tele y le tiro un beso cuando lo muestran en pantalla.

Siguen pasando los minutos y el Pulgar tiene tiro libre, le pega pero no fue nada. Me vuelvo a sentar mientras sigo tomando vodka y pisco, sé que mañana me arrepentiré pero no me importa.

Están cerca, muy cerca, con la Nati nos paramos y...

— ¡Gol, conchetumare!. — grita la Nati y yo me quedo viendo la tele.

— ¡Pero, hueon, árbitro culiao! ¡Si fue gol la hueá!.

—¡Conchetumare! ¡Si no es gol, voy a tu casa, culiao y te tiro las patas a las tres de la mañana!. — me rio con lo que dice la Nati y cada una tomamos una botella de alcohol, dejamos los vasos de lado.

Los minutos pasan y pasan, están cerca de lograrlo pero Brasil ya se está poniendo hueon y empiezan con las distracciones.

— ¡Dale, mi amor!. — le grito a Ben cuando lo veo.

— ¡Ya po, Vidal! ¡Pégale bien, sacohuea!

— ¡Que se vaya a la chucha éste culiao! — le grito al Vidal.

Siguen pasando los minutos y nosotras ya nos acabamos ambas botellas, la Nati viene con dos más y tomo la de vodka ahora dándole un trago largo.

— ¡Buena, garganta profunda! — escupo un poco de vodka y me rio con ella.

Tradúceme Ésta [Ben Brereton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora