Capitulo 30

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Geraldine

El disparo le dio a mi  pie en el momento en el que yo dispare, pero el impacto del dolor quemándome hizo que mi puntería se desviara y le roce la oreja a Francisco, caí al piso tomando mi pie por reflejo mientras la sangre caí, enseguida Fred se acercó y me ato las manos

—Hijo de puta! maldita sea— maldecía por el fuerte dolor aguijoneando todo el camino hasta mis huesos y por impotencia de haberle dado un rasguño al maldito

—Cállate, ahora vas a saber lo que es un castigo— me dijo cerca de mi cara comprimida por el dolor

—Súbela arriba y no le saques los ojos de encima—ordeno, Fred me alzo con pena y me llevo arriba otra vez

Yo me retorcía del dolor, era insoportable sabía con certeza que me iba a morir desangrada

— ¿Por qué no pudiste quedarte aquí y hacer buena letra? en dos dias nos íbamos y podías haber escapado— me decía Fred sobre mi oído

— ¿Me… ibas a… ayudar?— las palabras me salían a duras penas

—Era probable— dijo vacilante e inseguro

— ¿Por qué?— el solo negó con la cabeza y cuando entramos a la habitación no volvió a hablarme más, me ato las manos por detrás de mi espalda entrelazada con la silla y me hizo un torniquete en el pie. Minutos después entro Francisco con el ceño fruncido

—Vete— le ordeno a Fred quien obedeció sin decir nada mientras yo lo fulminaba con la mirada. Francisco me miro hasta sentarse enfrente mio otra vez, llevaba una botella en la mano supuse que era vodka

— ¿Qué tal el dolor?— pregunto divertido

— ¿Por qué no… ordenaste que me disparara a la cabeza?—le pregunte, él sonrió

—Porque te dije que vas a hacer mi esposa y muerta no valdrías mucho… o no por el momento— dijo misterioso, tomo mi pie a pesar de que me resistí y abrió la botella para volcar el contenido sobre la herida, grite sin aguantarme

—Para que no se infecte— sonrió otra vez

—Prefiero mil veces morir antes de ser tu jodida esposa— le conteste adolorida

—Oh querida despreocúpate vas a ser muy bien jodida— me guiño, quería sacar esa imagen de mi retina.

—Ahora… quiero saber ¿Qué piensas del nombre Abda Jacir?— pregunto juntando sus manos expectantes

— ¿Por qué?—

—No seas impaciente y contesta— ordeno severo

—No tienes cara de Abda creo que te vendría mejor… Cruela de vil— le dije sonriendo a pesar de que me ardía el pie por el alcohol, al cual le quería dar un buen trago. Él se impulsó hacia adelante y me miro fijo

—No te hagas la chistosa conmigo. Vete acostumbrando porque asi te vas a llamar una vez que finjamos tu muerte y nos vallamos— me dijo el tomando mi rostro entre sus manos apretando mi mentón

— ¿Fingir mi muerte? Porque no solo lo haces real enfermo— el me dio una bofetada.

—Vas aprender a respetarme por las buenas o por las malas, nadie puede encontrarte, pero si sigues viva Cristian no va a dejar de buscarte, ese idiota— dijo enojado

— ¿Respetarte?— me reí irónicamente— enserio estas enfermo— otro cachetazo y sus manos volvieron a mi mentón apretando con más fuerza

—Si no vas a decir nada inteligente mejor quédate callada— lo fulmine con la mirada pero no volví a decir nada me dolía todo el cuerpo y empezaba a sentir el mundo alejarse de mi

Serie Second Chances: Mi luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora