capitulo 31

429 33 12
                                    

Cuando él iba a desabrochar sus pantalones con una mirada de lujuria asquerosa se escuchó un disparo abajo, él se frenó y me miro confundido, mi corazón empezaba a martillear contra mi pecho.

— ¡Diablos! ¿Qué mierda está pasando?— pregunto a nadie en particular, saco su radio y mando una alerta a alguien, pero al cabo de unos segundo otro disparo se volvió a escuchar, el repentinamente se levantó y me tomo con él, me puso delante de él, mientras agarraba el arma que no me di cuenta que había dejado en la mesita que esta junto a la puerta de salida, sentí el frio cañón sobre mi sien y me estremecí

—Sea quien haya venido, no te vas a ir con vida. No vas a ser feliz Geraldine— declaro. Yo no dije nada esperando como el a que sea quien haya llegado entre por la puerta pero también estaba aterrorizada de quien podía ser. La puerta se abrió de golpe y Cristian entro sosteniendo un arma, sus ojos encontraron los míos viéndose aliviados, más un montón de otras emociones, como estaba segura, que pasaba conmigo, una palabras silenciosa y casi en un rezo salió mi nombre de sus labios, no me había dado cuenta de cuanto había necesitado escucharle decirlo, en esa fracción de segundo me dijo un montón de cosas con la mirada, quería soltarme de francisco y correr a sus brazos donde siempre me sentí a salvo, su dulce mirada paso de odio y determinación hacia donde se encontraba Francisco, atrás mio.

—Déjala ir— demando, francisco soltó una carcajada

— ¿Justo en este momento? ¿Qué estamos todos reunidos? No te das una idea de cuánto quería conocerte personalmente— comento, por el sonido de su voz puedo jurar que había una sonrisa en su rostro de idiota.

—eres un cabron hijo de puta. Esto se acabó. Se terminó tu juego y tus malditas canalladas— le dijo Cristian él estaba realmente enojado, y su mano ni siquiera temblaba, tenía ganas de disparar, Francisco apretó más el cañón sobre mi sien haciéndome cerrar los ojos por la fuerza con la que me apretaba

—No vengas a reclamar nada aquí Cristian. Ese no es el tono con el que deberías hablarme— dijo, vi a Cristian parpadear pero fue solo un microsegundo antes de que su mirada se convirtiera en una máscara de cruel indiferencia

—Mi madre no se merecía nada de lo que le hiciste. — dijo apretando sus dientes y con la ira resplandeciendo tras sus ojos, dio un paso adelante, hacia a nosotros, Francisco rechisto con la lengua y dio un paso atrás apretándome el cuello apreté mis ojos y suspire. Cristian se detuvo y me miro firme. A pesar de lo esperanzada que estaba de que el haya venido por mí, sinceramente no tenía fuerza, me sentía como una muñeca de trapo

— ¿Ya te dijo tu madre la verdad? yo no estaba de acuerdo con que tu madre le haya enganchado el hijo a mi hermano. Pero bueno tampoco me interesaba como serían sus vidas. Pero fue un buen elemento para mi misión— Francisco le dio una caricia a mi cuello y mi piel como siempre que el me tocaba quería saltar de mi cuerpo en repulsión. Los ojos de Cristian fueron conscientes de su movimiento

—tampoco estoy orgulloso de saber que soy tu hijo. Pero te vas a pudrir en la cárcel. La policía ya está viniendo, no vas a escapar— Francisco soltó una carcajada. Odiaba cuando nada lo afectaba el tipo era como un robot sin ningún sentimiento de nada. Aunque todavía no salía de mi asombro ¿Cristian era su hijo? Fruncí mi ceño, no entendía nada.

— ¿Cómo vas a lograrlo sin que yo le agujeree el cerebro a tu novia?— pregunto divertido y haciendo un clic a la glock que tenía sobre mi cabeza, para dar énfasis en cómo estaba la situación

— ¿por qué no la dejas y arreglamos esto como hombres, o es que no eres lo suficiente hombre como para pelear y solo se te da bien con un arma?— lo desafío

—Está bien hijo cálculo que sería lo justo. — me tiro a un costado mi cuerpo chocando con el piso y un grito involuntario salió de mí, el primer sonido que había logrado articular. Cristian maldijo y sus ojos buscaron en mí, asentí para tranquilizarlo. Dejaron sus armas fuera del alcance y francisco tan arrogante se arremango la camisa

Serie Second Chances: Mi luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora