Capitulo 24

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Natacha/Geraldine

 La mañana había pasado rápido. Flor y yo nos pusimos a ordenar algunas cosas de su cuarto porque quería donar las cosas que ya no le servían y vaya que la niña tenía para donar, habíamos juntado como 5 bolsas de las grandes, ella tiene un corazón enorme, era fácil de querer y en estos dias de tenerla aquí, conociéndola y compartiendo momentos, me había encariñado.

—Jésus! Si sabía que ibas a tener esa sonrisa todo el dia te hubiera incentivado antes a decirle tus sentimientos a Cristian— me pincho, mi sonrisa creció, así estuve todo el dia, me sentía muy contenta de haber blanqueado mis sentimientos y ser correspondida nunca había sentido esto por nadie

 —Tranquila voy yo—me dice flor refiriéndose al timbre antes de que le conteste.

Momentos después me dio curiosidad saber quién era asi que como ella tardaba baje a averiguarlo. Cuando iba llegando a la escalera escuche una voz, y mi sonrisa se esfumo ¡Mierda!

—Mira niña impertinente a mí no me hables asi— escuche a flor jadear indignada

— ¿Cómo me dijiste?— baje rápido los escalones temiendo que Flor o la vieja hicieran algo

—Hola señora Thompson— remarque, ella me miro de arriba abajo, como todos solían mirarme pero esta vez me sentía más digna, mi guardarropa había cambiado con mi sueldo lo había renovado con rompa más clásica y refinada por asi decirlo, aunque sospechaba que Cristian me pagaba de más. Su mirada no me intimido si no que me cruce de brazos esperando su respuesta, ella enarco una ceja

—Veo que mi hijo todavía sigue con mal gusto— sentí a Flor ponerse tensa

— Pour l'amour de Dieu! No puedo creer lo atrevida que eres— le dijo flor, La señora Thompson le dio una mirada afilada (por amor a dios)

—Por lo que veo Mi hijo no está. Voy a volver más tarde entonces—

—El está trabajando señora Thompson, me parece raro que no lo supiera— no entendía porque me miraba con tanto odio. Joder si no le había hecho nada

—No puedo recordar tu nombre. Pero creo haberte dicho que no te quería cerca de mi hijo, ¿no te das cuenta la diferencia que hay entre ustedes? No piensas en lo vergonzoso que sería para él, un hombre millonario exitoso y guapo, cuando se enteren que su conquista es una bailarina de caño, ¿de lo más bajo?. Presentarte en sociedad. Por dios santo niña, te lo digo para ahorrarte bochornos, no perteneces a nuestra clase solo eres una caza recompensas— Bien podría haberme dado un trompada en el esófago y hubiera logrado la misma reacción, Joder que estaba Florencia, y ella no sabía nada. Hice a un lado ese pensamiento y me acerque a su cara revocada con 25 kilos de maquillaje

—Mire vieja metida! Prefiero ser mil veces una bailarina de caño antes de ser una vieja estirada e infeliz como lo es usted… Haber ¿quién es más caza recompensas?, si no es más que una fulana cualquiera, si no fuera por Cristian usted seguiría remendando ropa usada. Le advierto no me quiere como enemiga!— Me di vuelta y subi a la habitación sin mirar a Florencia de todo lo que me había dicho la vieja, lo que me dolió fue que Florencia estuviera ahí presente cuando yo le había contado otra historia. Sentía vergüenza, ¿Es que una buena no podía tener?. A los minutos mientras estaba encerrada en la habitación escuche a Flor a través de la puerta

—Nat ¿estás bien?—

—Discúlpame Flor necesito estar sola—

—Está bien, si necesitas algo estoy en la habitación… y Nat no le hagas caso…— la sentía apenada ¿es que acaso me tenía lastima?. Me volvía a sentir mal, porque tuve que tomar todas esas decisiones malas en mi vida. Las lágrimas empezaron a bajar por mi mejilla sin darme cuenta estaba llorando. Hacia tanto tiempo que no me sentía asi intente secarme las mejillas con furia pero el sentimiento seguía ahí. Cristian y yo teníamos clases sociales distintas, no quería que pasara vergüenza ¿qué pasaría si la gente se enterara del infierno de dónde vengo? Me dolía pensar en avergonzarlo, fui a lavabo y saque un cúter que había guardado ahí, no debería hacerlo, pero  la oscuridad me estaba tapando, asfixiando no podía respirar asi que puse el frio metal sobre mi muñeca y apretando los dientes lo pase sobre mi piel, sintiendo el ardor a su paso y la sangre caliente recorriendo la muñeca, enseguida ese dolor alejo la oscuridad, me permitió tomar aire, pero me estaba sangrando más de la cuenta, debí apretar más fuerte que de costumbre, me entro el pánico, no quería que Cristian me encontrara asi, tome una remera y apreté la muñeca deseando que dejara de sangrar, aunque ver mi sangre me despeja la mente, no quería que Cristian se enterara. ¡Mierda! ¿Qué va a pasar cuando su madre le vaya con el cuento? No digo yo que soy más problemas que novia. Maldita sea.

Serie Second Chances: Mi luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora