Yo (Me)
Cuando tenía cuatro años de edad, lo único que quería era tener una muñeca Tiny Tears que hacía del baño. Nunca me habían atraído las muñecas, pero cuando a mi mejor amiga le dieron una en su cumpleaños decidí que una muñeca que lloraba y se hacía del baño era exactamente lo que le faltaba a mi vida. Después de molestar a mis padres por unas cuantas semanas, eventualmente cedieron - aunque, si soy honesta, capturó mi atención por una semana y luego la pobre terminó en un charco de su propio desperdicio (¡ups!). No tengo idea de qué le pasó, pero supongo que mi mamá la vendió en una venta de jardín o algo parecido.
Cuando tenía ocho años de edad lo único que quería era aparecer en Live and Kicking y bailar con Mr. Blobby. Había algo en esa gran bola rosada con puntos amarillos que me hechizaba por horas. Tristemente, mi deseo nunca se volvió realidad - pero aún tengo mi muñeco abrazable de Mr. Blobby como una de mis posesiones más valiosas y felizmente me acompaña a la cama cada noche (a pesar de que le falta un ojo).
Cuando tenía diez años lo único que quería era ser una Spice Girl. Solía volver locos a mi mamá y papá, corriendo por la casa, gritando la letra de Wannabe mientras hacía una rutina de baile que había inventado. Constantemente ponía una mano en la cadera y la movía a los lados, haciendo el signo de la paz con la otra mano y gritando '¡Poder Femenino!' tan fuerte como podía. Me gustaban mucho e incluso nombré a mi pez dorado Ginger por Geri - mi favorita Spice Girl. Estaba devastada cuando decidió irse. Las Spice Girls sin Ginger no eran lo mismo, así que mi pasión de formar parte del grupo simplemente finalizó (después de llorar por horas, por supuesto).
En algún momento esa pequeña niña extrovertida que solía cantarle a cualquiera que quisiera escuchar y que bailaba sin preocupaciones en el mundo se convirtió en alguien dolorosamente penosa y vergonzosa. De pronto me volví menos confiada en la escuela y con otras personas - prefería la compañía de un buen libro que la de un humano. Es bizarro cómo cambió todo; en la primaria era la chica de la que todos querían ser amigos, pero en la secundaria me había convertido en alguien incómodo e intentaba evitar a todo el mundo. Odiaba la atención, que las personas me hicieran preguntas o me notaran; prefería mezclarme con el fondo. Me sentía más segura de ese modo. Cuando alguien intentaba mantener contacto visual conmigo terminaba temblando como una hoja y poniéndome roja, causando que viera fijamente al suelo por el resto del día. De hecho, si tenía una amiga, Mary Lance, quien era tan socialmente inepta como yo. Digo que éramos amigas - pero en realidad casi no hablábamos, así que supongo que era más mi compañera silenciosa. Era lindo tener a alguien a mi lado en los almuerzos o en clase, alguien que no se entrometiera en mi vida. Creo que nos sentimos cómodas al saber que no estábamos solas.
Al final de la preparatoria, cuando el resto de mis compañeros habían conseguido un lugar en una universidad (Mary fue a estudiar odontología en Sheffield) o planeado tomar un año libre para viajar por el mundo, yo aún no estaba segura de qué quería hacer con mi vida. Decidí unirme a los que se tomaban un año libre, aunque no para viajar. Viajar por el mundo sin sentido y experimentar lo que tenía que ofrecer me atraía, pero no estaba lista para dejar mi hogar o a mi mamá en ese momento. Simplemente me iba a quedar en mi aldea natal en Rosefont Hill, en el condado de Kentucky, y conseguiría un pequeño trabajo que me entretuviera hasta que decidiera qué quería hacer con mis días.
Empecé a buscar trabajo dejando mi currículo en la tiendas de la aldea - no había y no hay muchas. Tenemos un banco, una biblioteca, un servicio postal, Budgens, una florería, algunas tiendas de ropa, una tienda, una cafetería y un salón de té... ¡No era la calle más fascinante! El último lugar al que entré fue Té-en-la-Colina, en lo más alto de la colina, con una gran vista sobre el resto de la aldea.
Cuando entré al salón de té, mis ojos vagaron por las siete mesas cubiertas con manteles florales diferentes, cada una rodeada por dos o tres sillas - todas de diferentes formas y diseños. Las tazas, salseras y teteras usadas por los clientes también tenían patrones contrastantes. Absolutamente nada combinaba, pero bizarramente todo encajaba a la perfección. El olor de los bollos recién horneados llenó mis fosas nasales y jazz de 1950 sonaba suavemente en el fondo. Estaba viendo una pequeña guarida para mujeres - ¿por qué nunca antes había estado aquí?
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Billy & Me
RomanceSophie May tiene un secreto. Uno que ha logrado mantener por años. El hacerlo significó que tuvo que renunciar a sus sueños de ir a la universidad y viajar por el mundo para quedarse en su pequeña aldea, viviendo con su mamá y trabajando en el salón...