17. Alas rotas

129 21 23
                                    

Cuando Seishiro Vólkov lo encontró, se dijo a sí mismo que debía matarlo.
Kanzaki estaba en un estado deplorable. Era evidente con tan solo mirarlo en medio de esa penumbra nocturna.

"Después de lo que le pasó hoy, no, con todo lo que le ha sucedido, ya no podrá más.
Eso es lo que le pasa a los débiles como Kanzaki, además ni siquiera tiene una naturaleza.
Creo que lo mejor que puedo hacer por él es matarlo para que su sufrimiento por fin termine", se decía Vólkov a sí mismo.

Entonces volteó su cuerpo con poca sutileza y miró su rostro, percatándose de que estaba despierto y lloraba en silencio.

"Que siga vivo después de todo eso parece una maldita broma."

Suspiró.

Entonces lo miró un poco más y recordó todo lo que Kanzaki había hecho. Como se había involucrado con Katsuragi y Naomi, pese a que le dijo que no lo hiciera.
Y de repente le vino una maravillosa y algo retorcida idea a la mente.

Vólkov lo tomó en sus brazos y lo llevó hacia la enfermería del doctor Shun, el único médico donde sabía que podía llevarlo sin que corriera peligro.

Y mientras lo llevaba, pensaba para Kanzaki, o quizá para él mismo:

"No soy tan cruel como para hacerte sufrir más, pero tampoco soy tan benevolente como para acabar con tu sufrimiento."

• • •

Eventualmente, el chico fue llevado a un hospital de urgencias en una ambulancia.
Shinomiya estuvo dormido todo el camino, por lo que nuevamente no se enteró muy bien de lo que sucedía.
Estaba tan cansado y tan adolorido que lo único que podía hacer era descansar.

Y en cierto punto, sintió un pequeño piquete y empezó a sentirse tan relajado, que simplemente  cayó dormido.

• • •

Cuando despertó ya había luz del sol.
Estaba acostado en una cama muy blandita, su dolor de cabeza y de otras partes aún seguía, así como su cansancio, pero era considerablemente mejor que antes. Ya no traía su ropa del reclusorio, ahora vestía una bata de hospital que se sentía bastante cómoda. Y había dos personas con trajes de enfermería cerca de él, uno de ellos se encontraba frente a su cama.

—Buenos días, Shinomiya. Es bueno que ya despiertes.— Decía el enfermero con una voz gentil.

Miró a su alrededor y se encontró con su mano derecha esposada a la cama y de inmediato se asustó.

—¿Por qué estoy esposado...?— preguntaba con la voz aguda. Empezó a tirar de la cadena, incluso si sabía que no podría librarse.

—No te alteres, es una mera precaución. Te encuentras en el hospital, llegaste muy malherido, pero ya estás estable y te vas a poner mejor.

Ante su gentileza, Kanzaki dejó de forcejear, pero si permaneció algo inseguro.

—Es normal que estés confundido o asustado, pero ya estás a salvo.

"¿De verdad estoy a salvo...?"
Pensaba mientras miraba y sentía la calidez de las cobijas que lo cubrían.

—Alguien del personal del reclusorio vino a verte, estuvo esperando noticias desde que te trajeron. Por favor pase, Murakami.

Entonces la mujer apareció. Sus ojos de serpiente se posaban en él con un dejo de angustia y alivio, el chico también la miraba de vuelta. Tal vez ella era la segunda persona que menos quería ver en ese momento.

Soy inocente  (Yaoi/Gay) PAUSADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora