IX. Ceder ante la bondad🥀

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<<¿Por qué habrá vuelto Josué? ¿Qué lo hizo regresar? ¿Por qué ahora? Durante los años de ausencia nunca se comunicó conmigo o con mi padre, nunca se interesó en nuestra vida ni nos permitió formar parte de la suya, ¿a qué se debe este cambio?>>. Piensa la rubia viendo como el sol termina de salir. Son aproximadamente las 6:45 Am y ella no ha podido pegar ojo toda la noche.

Se mantuvo despierta, activa, en espera de algo o mejor dicho, de alguien porque aunque ella trate de mentirse a sí misma, deseo ver al castaño de ojos oscuros escabullirse en la habitación como otras veces había hecho porque ella lo sabía, siempre que él entraba en la habitación ella estaba despierta y olía aquel aroma que siempre lo acompaña. Pero esa noche no pasó y eso la llenó de desilusión.

Echa a un lado el cobertor, se pone de pie y va hasta el ventanal viendo como los rayos del sol comienzan a iluminar el cielo.

<<Estoy loca, llegué a la conclusión de que estoy loca, completamente loca. ¿A quién se le ocurre enamorarse de un monstruo que te priva de tu libertad, que te mantiene cautiva y que solo entra a tu habitación a excitarte? Un hombre como él solo es capaz de herir y lastimar a todo aquel que lo rodea, no es capaz de amar o enamorarse y debo borrar esas estúpidas ideas antes de que se conviertan en ilusiones>>. Escucha el sonido de la puerta y por más que lo desea, permanece de espaldas.

—Señorita Bella —La esperanza que hasta ese momento albergaba, se esfuma en cuestión de segundos. —¿Necesita algo o....?

—No.

—Bien. El señor envió a despertarla, la espera en el primer piso.

—¿Para qué?

—No lo sé. Dúchese, póngase ropa adecuada y la veo afuera —Le guiña un ojo antes de salir de la habitación. Un mal presentimiento se aloja en su pecho sin saber por qué aunque de lo que sí está segura es que todo lo que tenga que ver con Edan Miller está mal.

Se mete al baño y se ducha con aquella calma que la caracteriza. Nunca ha sido una persona desesperada o impulsiva, piensa las cosas muy bien por más insignificantes que sean, siempre ha sido así y siempre lo será. Sale del baño y va hacia el infinito armario por el que toda adolescente daría la vida. Toma unos shorts de mezclilla, un top claro a juego con un abrigo.

Deja sus pies desnudos y con los nervios de punta se acerca a la puerta. Toma el pomo y lo gira dándose cuenta de que no lleva seguro. Sale de la habitación y se encuentra con Rosa.

—Se ve muy hermosa, señorita Bella.

—Gracias, acabemos con esto. A ver qué quiere tu jefe —Responde tratando de ocultar la chispa de alegría en su pecho ya que al fin salió de aquellas cuatro paredes que hace poco consideraba su infierno pues cada vez que cerraba los ojos sentía las manos intrusas de dos personas en su cuerpo.

—¿¡¿Se puede saber para qué carajo los tengo?!? ¿¡¿Cómo no son capaces de encontrar al maldito de Rafael?!? —Los gritos de Edan se escuchan con más facilidad a medida que Bella y Rosa se acercan al comedor. —¡Quiero respuestas, joder! —Los gritos cesan cuando aquellos grandes y curiosos ojos se topan con los oscuros y atormentados ojos de Edan. —Largo todos —Ruge. Los ocho hombres de traje y corbata oscura a salen del comedor al igual que Rosa. —Bella, toma asiento —Ordena sentándose en la punta del comedor. —Dije que te sientes.

—¿Amaneció de buen humor? —Se atreve a preguntar tentando cada vez más su suerte. —No todos los días me pide que me siente junto a usted...

—Siéntate ya, Bella. No quieras jugar con mi paciencia —Pellizca el puente de su nariz tratando de liberar el estrés creciente en su cuerpo. La rubia decide acceder ante su petición ya que su estómago lanza un gruñido al ver toda la comida servida en el amplio comedor.

La Bella y la Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora