XIII. Enmascarado🥀

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—Buenos días, señorita Bella. ¿Está lista? —Pregunta Rosa al verla salir de la habitación.

—Sí. ¿Edan está...

—El señor Edan se encuentra en una reunión importante —La corta.

—Bien —Se permite dirigir por su doncella hasta el primer piso donde la espera Anderson junto a la puerta. —Buenos días, Anderson —Saluda con una gran sonrisa mostrando la emoción creciente en su interior. Por fin podrá volver a tener libertad, a ver a su mejor amiga aunque no comprende como Edan logró que la aceptarán en el campus pues luego de un mes se cancela la beca.

—Debemos irnos —Abre la puerta y salen con dirección al estacionamiento donde los esperan más guardias.

—¿Debes llevar tantos hombres? Iré a la universidad y todos se quedarán viéndome al llevar tantos hombres de traje tras de mí.

—No se preocupe, señorita. El señor Edan le explicó al rector que siempre estaré con usted, los demás guardias estarán en los alrededores aunque no se percatará de su existencia.

—Como si fuese posible —Gira a los ojos antes de subir a la camioneta que pronto comienza a deslizarse sobre el asfalto caliente. Al cabo de treinta minutos, el auto se detiene, Anderson la ayuda a bajar captando la mirada de todos.

—Señorita Bella, buenos días —La saluda la secretaria del rector acercándose a ella. —Acompáñeme, el rector desea hablar con usted.

—¿Qué? Falta poco para iniciar las clases y quiero ver a mis amigos...

—Será luego, andando —Ordena antes de caminar hacia el edificio con la rubia detrás. La mirada de todos es curiosa e indiscreta. —Entre, ya él la espera —La chica de ojos cielos entra en la oficina viendo al rector del campus sentado detrás de su escritorio. Su torso está cubierto por una camisa azul y su rostro por los gruesos lentes de pasta.

—Buenos días, señor rector. ¿Quería hablar conmigo?

—Tome asiento, señorita.

—Sé que cancelaron mi beca y...

—El señor Edan financiara el resto de su carrera, por eso no debe preocuparse.

—¿Qué? ¿Cómo es eso? ¿Por qué permitió que ese señor pagara mi matricula? —Se levanta de forma abrupta. —¿Por qué lo permitió?

—Señorita Bella...

—No, señor rector. Si no es algo relacionado a mi beca, no creo que me interese escucharlo, permiso —Sale de la oficina y camina al aula de su primera clase. Luego podrá hablar con Lucy.

Horas después...

—Lucy... —La rubia llama su atención antes de que está salga del campus. —¡Por Dios, amiga! No sabes cuanto te extrañé —Intenta abrazarla bajo la atenta mirada de Anderson, pero la castaña frente a ella no se lo permite. —¿Todo bien? —En ese momento la mano de la chica se estampa en el rostro de la rubia. Anderson está por acercarse, pero Bella le hace una señal para que no intervenga. —¿Qué carajo te pasa?

—Nunca creí que fuese esa mujer... —Habla con notable desagrado.

—¿A qué te refieres?

—Tu padre ya me contó la verdad. cómo te fuiste con un millonario y dejaste a tu hermanito abandonado, como tuvo que venir tu hermano mayor a ayudarlos... —Sus palabras duelen, arden, taladran su corazón con una fuerza descomunal. —¿Cómo fuiste capaz de abandonar a Javier? Entiendo que te hayas cansado de tu padre, pero... —Sus palabras se cortan cuando la rubia cruza por su lado, deteniéndose a su espalda.

La Bella y la Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora