XVIII. El mar, el sol y las estrellas🥀

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—Ven aquí, rubia —Ordena Edan tomando asiento en una pequeña silla del escritorio blanco.

—¿Esta era tu habitación? —Pregunta viendo a su alrededor con adoración.

—Lo fue, durante algunos años —Responde sencillamente. —Ven aquí, Bella —Pide y esta hace caso. Se acerca a él quien en seguida sube su vestido para tener acceso a su vagina. —Relájate, no te tenses —Le ordena antes de sacar el vibrador de su entrepierna intercambiándolo por dos de sus dedos. Hace pequeños círculos sobre su clítoris que amenazan con hacerla llegar al orgasmo. —No te vengas —Le advierte entrando y sacando su dedo anular y dedo corazón.

—Edan... Edan.... me voy... me voy a venir —Jadea con voz entrecortada logrando que el castaño saque sus dedos. —¿Qué... qué pasó? —Pregunta con frustración.

—Ven —La invita a sentarse sobre sus piernas y esta hace caso sentándose sobre su glande tragándose por completo su pene. —Me gusta tenerte sobre mí.

—A mí me gusta tenerte dentro de mí —Asegura con voz jadeante antes de comenzar a brincar una y otra vez.

—Vamos, rubia, vamos —Le solicita acercando sus dedos al punto que los conecta comenzando a estimular su clítoris en busca de acelerar el orgasmo. —Bella, ya puedes venirte —La besa aun moviendo sus dedos. Su lengua recorre cada pequeña esquina de su boca en busca de aprender de memoria su sabor, su calor, todo de ella pues desea recordarle por el resto de su vida.

—Edan... —Jadea en un pequeño grito que es callado por los labios de Edan ya que no desea que las personas en el primer piso sepan lo que están haciendo.

—¿Logré satisfacerte y ayudarte con tu pequeño problema? —Pregunta el castaño mientras guarda el pequeño vibrador en su bolsillo.

—¡Eres un idiota! —Chilla la rubia acomodando su peinado. —Tu familia está en el primer piso y tú estás cogiéndome aquí —Exclama fingiendo indignación.

—No digas que no te gustó —Habla atrayéndola a sus brazos. —Y cuida tu boquita, no quiero volver a mis castigos —La toma de la mano. —Debemos bajar o mis padres subirán —Salen de la habitación y regresan al primer piso.

—¿Hijo, por qué tardaron tanto? —Pregunta su madre sentada en el sillón de la sala.

—Bella descubrió mi habitación y quiso ver mis cosas.

—Entiendo. Tu padre y hermano están afuera fumando unos puros.

—Iré con ellos —Avisa recordando que los puros de su padre son de la mejor marca. La marca Cohiba.

—Bella, querida, ven conmigo a la cocina, por favor —Pide la señora levantándose y dejando a su hija y nuera juntas. —Deberías ser un poco más silenciosa, creo que tus gemidos lo escucharon al otro lado de la ciudad —Bromea sirviendo un vaso de jugo para la chica de su hijo. —Debes estar sedienta.

—Discúlpeme, señora Beatriz —Se disculpa rápidamente mientras su rostro se tiñe de rojo intenso. —No fue mi intención faltarle el respeto a usted o a...

—Tranquila, querida —La interrumpe. —Mi esposo y yo también tuvimos mucho sexo en cada parte de casa antes de tener a Edwin, aún no logro saber si lo concebimos en la lavandería o en el jardín —Bromea.

—Lo siento, yo...

—No tienes por qué disculparte, me alegro de que le hayas devuelto la felicidad a mi hijo —Mira por la ventana como su hijo menor habla animadamente con su padre y hermano. —No lo había visto tan feliz desde que corría en F1.

—¿Edan corría en fórmula uno?

—Sí, cariño, pero fue hace algunos años. Desde que tenía 14 o 15 nos decía a Edward y a mí que quería formar parte de ello, gran parte de su fortuna la consiguió en las competencias de las que salió victorioso. A la corta edad de 21 era uno de los mejores con solo tres años de practica hasta lo que ocurrió con Jared...

La Bella y la Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora