XII. Melodías del alma🥀

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Las luces naturales son el perfecto despertador para la rubia de ojos cielos quien se encuentra en la soledad de una habitación desconocida para ella. Se sienta sobre el edredón verde musgo antes de fijar su vista en cada punto del habitáculo. Un dolor punzante se hace presente en su centro recordándole la noche de pasión que vivió con Edan. Sus besos, caricias y mordidas. Sus gruñidos, sus jadeos, su respiración dificultosa debido a la aceleración de sus movimientos. Fue como tocar el cielo con las manos y tener al mismo diablo entre las piernas.

Se levanta con cierta incomodidad, se envuelve con el edredón y sale de la habitación yendo a la suya. Se ducha y se viste de forma sencilla antes de bajar al primer piso.

—¿Dónde está Edan? —Pregunta a la señora Celeste quien sirve el desayuno en silencio bajo la atenta mirada de algunos de los guardias quienes esperan impacientes para desayunar.

—Buenos días, señorita Bella —Le corrige sin apartar la vista del sartén que se encarga de freír los delgados pedazos de tocino que tanto le gustan al señor. —El señor se encuentra en su despacho con... —Antes de poder terminar de hablar, la rubia sale de la cocina yendo hacia el despacho del señor. Abre la puerta sin siquiera tocar encontrándose con los ojos verdes más perversos que alguna vez pudo observar.

Aparta la vista de aquellos ojos macabros antes de ver los ojos oscuros que la miran con rabia y cierto deseo.

—Buenos días, ¿s quién tenemos por aquí? —Pregunta el dueño de los ojos verdes levantándose y acercándose a ella aunque Edan es más rápido y se interpone entre ellos. —Edan, no pensé que fueras de los egoístas, más bien recuerdo que te emocionaba compartir. ¿Qué sucede?

—Ella no —Responde con voz gruesa mirándolo con ojos amenazantes.

—¿Por qué? ¿Es tu chica?

—Es lo que me de mi puta gana —Gruñe. —Sabes que odio que me cuestionen como si tuvieran algún maldigo derecho. Solo estás aquí porque eres un lame botas, no me jodas los cojones porque no me interesará destruirte —Advierte antes de tomar a la rubia y llevarla a la habitación continúa al despacho. —¿Por qué carajo estás aquí?

—Cuando desperté no estabas y...

—Tenía una reunión importante —Explica sin saber por qué. —Ve a tu habitación y descansa...

—Estoy aburrida de estar encerrada. Voy a inspeccionar la casa.

—Ok, pero no intentes una de tus estupideces, ahora vete —La rubia sale del despacho y él vuelve a sentarse en su lugar anterior.

Sus pasos la dirigen a una gran habitación con techo alto y gran espacio solo ocupado por un piano BECHSTEIN tan delicado y pulcro que la invita a tocarlo. Se sienta en el banquillo y comienza a deslizar sus dedos por las teclas tocando hermosas melodías que provocan que la mayoría de empleados se asomen a ver a la experta que toca tan hermosa melodía.

—¿Quién está tocando el piano? —Pregunta Edan. Se introduce en el espacio viendo a la rubia con los ojos cerrados tocando con total concentración sin percatarse de lo que ocurre a su alrededor. La canción finaliza y cuando la ojiazul abre los ojos ve a varios pares de ojos viéndola con curiosidad hasta encontrarse con aquellos ojos furiosos.

—Edan... —Susurra. El castaño la toma del brazo y la arrastra escaleras arriba hasta llegar a la habitación que ocupa la rubia.

—¿Qué hacías tocando mi piano?

—Lo vi allí y pensé que no te enojaría el hecho de que lo tocara.

—¡Pero lo hizo! —Gruñe.

La Bella y la Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora