XVII. Juegos fascinantes🥀

220 17 2
                                    

—Buenos días, señorita Bella —La saluda Rosa al verla llegar al comedor.

—Buenos días, Rosa. ¿Dónde está Edan?

—El señor está en el calabozo, pero me ordenó entregarle esto —Le acera un empaque de pastillas.

—¿Qué... para qué son? —Pregunta viendo el objeto en sus manos. El empaque consta de cuatro filas con siete pastillas cada una. Tres filas son de pastillas color perla y otra de pastillas rojas.

—Son pastillas anticonceptivas, debe tomarlas todos los días para evitar un embarazo.

—Ah —Es lo único que es capaz de decir.

—Debe tomar una cada día, sin falta, se inicia por las pastillas de color perla y debe establecer una hora exacta —Le indica. —El señor Edan le realizó estudios para saber si era alérgica a alguno de los componentes, pero los resultados fueron negativos. Las pastillas podrían tener efectos secundarios como: nauseas, dolor abdominal, aumento de peso, cefalea depresión, cambios de humor, dolor mamario, sensibilidad mamaria...

—Por lo visto, te han encargado muchas veces el entregarle pastillas anticonceptivas a las chica de turno del señor —Murmura la rubia girando los ojos.

—Se equivoca, señorita. No puedo decir que el señor es un santo, pero es primera vez que me obliga a aprender de memoria todo eso —Cuenta sincera. —Tome asiento, en seguida le sirvo el desayuno —Su mirada se dirige al comedor en el que ocurrieron varios actos sexuales, entre ellos, la increíble masturbación realizada por los hábiles dedos del castaño a ella.

—No, desayunaré en la universidad —Responde con las mejillas tan rojas como tomates al recordar la escena del día anterior. —Pero, me gustaría un vaso de agua para tomarme la... pastilla.

—En seguida —Toma el vaso con el líquido y mete una de las minúsculas pastillas en su boca para luego tragarla con un poco de agua.

—Ya me voy. ¿Puedes avisarle a Edan que me fui?

—Claro, señorita. Tenga un buen día.

—Tú igual —Sale de la mansión encontrándose con Anderson quien inmediatamente abre la puerta trasera de la camioneta para ella.

Horas después...

—¿Dónde está la señorita Bella? —Le pregunta el castaño a Celeste quien desempolva la sala mientras que él recoge las mangas de su camisa verde musgo y tira su chaqueta oscura sobre el sofá.

—Llegó hace un rato de la universidad, se encuentra en la biblioteca desde entonces, ni siquiera ha venido por algo de comer.

—Ok —Sube a su habitación, toma el regalo que Albert le envío de España y va hasta la biblioteca donde se encuentra a la rubia leyendo un fragmento de su libro favorito: El retrato de Dorian Grey.

—...''Porque influir en una persona es darle la propia alma. Ya no piensa con sus propios pensamientos ni arde con sus propias pasiones. Sus virtudes ya no son reales para él. Sus pecados, si es que existen cosas como los pecados, son prestados. Se convierte en el eco de una música de otro, en el actor de un papel que no se ha escrito para él. Realizar la propia naturaleza de la forma más perfecta posible... esa es la razón de ser cada uno en este mundo...'' —Recita la rubia saboreando cada una de las letras impresas en el papel.

''Hoy en día, la gente tiene miedo de sí misma. Han olvidado el más importante de todos los deberes, el deber que cada uno tiene consigo mismo...'' —Continúa recitando el castaño mientras ingresa en la habitación.

—Lo siento, no sabía que habías regresado —Se disculpa dejando el libro en la pequeña mesa frente a ella.

—No tienes por qué disculparte —Responde sentándose frente a ella. —Te traje esto o bueno, me lo enviaron de España —Le concede el regalo y ella lo toma con manos temblorosas. Abre el empaque y se lleva la grata sorpresa de encontrarse el libro que por años buscó: Madona con abrigo de piel.

La Bella y la Bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora