30: Llamados

105 10 1
                                    

-Yeray no provoques otro problema si quieres que mañana vayamos a esa prueba- me contestó con evidente molestia
-¿Me estás amenazando amor?- le pregunté con el mismo tono mientras mi respiración se agitaba y sentía que mis manos sudaban
-Creo que te he demostrado que yo actuó, no amenazo amor pero ya para esto, me prometí que no te golpearía otra vez, no me lo hagas más difícil por favor- y salió del cuarto dando un portazo.
Por más que quería no podía calmar mi respiración ni el frío que sentía, creí que me pegarla o insultaría otra vez y yo estaba lista para atacar pero no fue así y no se porque me siento tan mal entonces, no lo entiendo…. 
Me acuesto en la cama y le envío un audio por WhatsApp a  Nahir confirmándole que si iremos mañana a su prueba de vestido y poniendo la excusa que estuve enferma.
Se que es la excusa más trillada de la historia pero no tengo cabeza para una mejor.
Las horas pasan mientras veo televisión o mi celular esperando que llegue Illel, son las cuatro de la mañana y esto no pasa; decido enviarle mensajes los cuales le llegan pero no abre, lo llamo, al tercer timbre contesta
-¿Dónde estás Illel? Ya es tarde y estoy preocupada
-Ya mismo voy pequeño lastre- y cuelga
Sonaba con tragos de más y como con una ventisca alrededor…. ¿Será que…?
Me pongo un abrigo y salgo del apartamento hacia la azotea del edificio, al llegar veo que está iluminada, recorro el lugar hasta en una esquina encontrar a mi esposo somnoliento con algunas latas de alcohol al lado. Una parte de mi sabe que tiene y quiere llevarlo abajo pero otra quiere dejarlo por haberme hecho preocupar por gusto; resuelvo acercarme a recoger las latas y evaluar cómo está
-Illel, despierta- lo llamo mientras acaricio su cabello pero no reacciona hasta la quinta vez
-¿Yeri?- pregunta confundido mientras toca el piso buscando no se que
-Si cariño, soy yo, tenemos que irnos
-Déjame encontrarlos y verificar- estoy confundida, él sigue buscando algo en el suelo
-¿Illelsito que buscas?- le pregunto lo más tranquila que puedo
-Mis lentes- contesta
-¿Qué lentes?- cuestionó mientras rio aún confundida
-Los lentes para verte mejor y confirmar que eres mi esposa- en estos momentos ya no puedo parar de reír pero respiro profundamente para calmarme un poco
-Cariño, soy yo, tu esposa, basta con escucharme, además tú no usas lentes- le informo con una sonrisa burlona, él me mira extrañado unos segundos para luego sonreír y señalarme
-¡Exacto! Entonces si eres mi Yeri
-Supongo que sí- le contesto mientras ayudo a pararlo
-Sin suposiciones, lo eres, lo dijiste en el altar ¡Lo tengo grabado cariño! Lo dijiste fuerte y claro ¡Mi esposa hasta que la muerte nos separe!
-Si sí, ya entendí amor, soy tu esposa- afirmó entre risas aunque internamente dudo si solo la muerte nos puede separar…

Amor traumático Donde viven las historias. Descúbrelo ahora