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—Sinceramente creí que al menos estarías 5 minutos conmigo.

Toni se encontraba viendo a la albina, levemente enojado, ayer cuando llego por la madrugada, su esposa se encontraba durmiendo plácidamente.

—Te lo dije Toni. Te avise que no iría. —La rusa frunció el ceño. —Estaba cansada.

— Me estoy cansando de esas excusas, Anya. —Le miro enfadado. — ¿No tienes otra mejor? ¿Por qué no solo aceptas que no quieres pasar el tiempo conmigo? —Mientras hablaba su tono de voz iba subiendo. —Y que simplemente te suda los cojones lo que haga o deje de hacer.

— ¡Disculpa por tener que trabajar! —Anya se acercó dando pisotadas a su esposo. —A comparación tuya, no todos nacemos en cuna de oro.

— ¿¡Entonces yo tengo la culpa ahora!? —El rubio se levantó quedando frente a su esposa. —Te recuerdo que en ningún momento te estaba pidiendo que estuvieras todo el maldito día conmigo. —Le miro dolido. —Solo pedía 5 minutos, tenerte a mi lado en los logros que estoy teniendo...pero no estuviste, nunca estas. —Se dio la vuelta, dando por terminada la discusión.

—No te hagas la víctima, Toni. —Las palabras de la rusa le hicieron detenerse. —Tú tampoco has estado en ninguno de los míos ¿Y me ves llorando? Pues no.

— ¿Qué no he estado? Eres tan egoísta y malditamente hipócrita. —Volteo para mirarla con el enojo volviendo a su interior. —He estado cada maldita vez que me lo has pedido, he cancelado salidas y trabajo solo por ir a tus malditas reuniones. —Volteo hacia la puerta dispuesto a salir para por fin terminar, no sin antes añadir.

—Como te dije ¡tengo que trabajar para sacar dinero!

— ¡Trabajas como si te hiciera falta el puto dinero!

La peliblanca frunció las cejas enojadas.

—No soy tu, detesto que me den todo en las manos. No estoy acostumbrada a que todo se me dé en mis malditas manos. —Alzo la voz hacia el rubio quien le veía serio. —No soy un maldito niño rico acostumbrado a comodidades.

El italiano la miro, ella sabía lo que había vivido en Italia, todo el martirio y acoso que sufrió, aun así se atrevía a decir que su vida había sido más fácil, que todo se le daba en las manos cuando Carlo hacia todo lo posible por llevarle algo de comida a su habitación, gracias a que su padre había prohibido estrictamente que le diesen de comer, al menos hasta que se "curara" sobre su preferencia sexual.

Los golpes y comentarios horribles aún se guardaban en su mente.

—A pesar de todo... ¿Te atreves a decir eso? —La miro sintiendo su corazón romperse. — ¡Sabes perfectamente que mi vida no fue así! Y lo que tengo es por el arduo trabajo de mi hermano y mío.

Se quedaron en silencio por un breve momento ambos con el ceño fruncido y viendo hacia otra dirección.

—Quizá después de todo... nunca coincidimos bien. —Admitió Toni sin verla.

—Fue un error casarme contigo, con...una persona como tú.

Quizá fue su imaginación, pero en las últimas palabras pudo captar un leve desprecio y quizá hasta asco o solo era su mente haciéndole una mala jugada.

Anya salió caminando rápido fuera de la casa, dejando a Toni con un amargo sentimiento en su pecho.

Quizá era el karma que le cobraba factura, quería llorar, quería romper algo pero se sentía estúpido, él estaba haciendo algo mucho peor.

No tenía derecho a quejarse, al menos eso pensaba.

Se limitó a llorar un poco en la cocina, quería ir con su hermano, quería contarle todo, quería consuelo.

Dos locos [RONI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora