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El pelinegro lo miro de arriba abajo, causando un sonrojo en Toni.

—Eh, nos quedamos de ver hoy...—Junto sus manos, nervioso y miro a otro lado con la cara ardiendo. —P-para aclarar todo lo que ha pasado.

Toni se dio una cachetada mental, claro si su hermano se lo había dicho hace menos de una hora.

—Cierto. —Se rasco la mejilla. Se hizo a un lado para que el pelinegro entrara. —Pasa.

Salinas pasó al lado de Toni sin poder evitar examinar su torso desnudo con la mirada, el italiano cerró la puerta tras de sí para despues ambos caminar hacia la sala.

—Voy a cambiarme, regreso en un segundo.

Seguidamente el rubio fue a su habitación para ponerse ropa, el pelinegro controlando sus nervios se sentó, mirando alrededor con curiosidad. No conocía la vivienda de Carlo hasta ahora, entendía que Toni se había quedado con él por el divorcio con Anya.

Divorcio...

Tenía que hablar con Lina para hacer completamente valida su separación y si en algún momento se daba casarse con el italiano, no hubiera obstáculos.

Al pensar en él y el rubio portando un anillo de compromiso que diera a conocer la unión de ambos por la eternidad, lo llenaba de emoción, emoción que se convertía en un sonrojo enorme en su rostro, su corazón palpitaba fuertemente de solo pensar en una vida junto a Toni, era lo que más había anhelado.

Anhelada ver al rubio todos los días, amaneces al lado de el, escuchar sus risas, sentir sus caricias matutinas, escuchar los latidos de su corazón tranquilo cuando dormían, los mimos en las noches antes de dormir, como tantas que habían compartido.

Salir a citas sin sentir culpabilidad o temor a ser vistos, quería tener una vida completa con Toni, de eso estaba seguro y ya no había más miedo, ni inseguridad, solo amor.

—Lo siento si te hice esperar mucho. —La voz del Gambino mayor le hizo dar un brinco.

—Está bien. —Sonrió con las mejillas sonrojados, admirando la belleza italiana que tenía enfrente. —Te esperaría toda una vida si fuera necesario.

El rostro de Toni se coloreo de rosado y con pasos torpes se acercó hasta quedar a un lado de Raúl, estuvieron en un breve silencio buscando las palabras adecuadas con las cuales iniciar.

—Yo...

—Yo...

Ambos hablaron al mismo tiempo, se miraron y rieron levemente, Toni le hizo una seña para que hablara el primero.

—No sé si recuerdes lo que ocurrió en el bar, Toni. —Lo miro fijamente.

—Recuerda la situación, pero no muy bien lo que hablamos.

El pelinegro asintió, para guardar silencio, preparándose para todo lo que iba a decir.

—Te amo. —Sonrió volteando a otro lado. —Te amo como a nadie más he amado en mi vida. —lo miro, admirando las mejillas sonrojadas del italiano, quien tenía un brillito en los ojos. —Lamento todo lo que te hice, de principio a fin, eres un chico espectacular, Toni. Me enamore de cada parte de ti, de las partes que odias, las que amas, me gusta todo de ti. —Tomo las manos del más alto entre las suyas. —Solo quiero que me perdones, quería protegerte y no lo conseguí, solo hice que todo empeorara, el miedo pudo conmigo y no lo merecías, pero ahora estoy completamente seguro que quiero pasar el resto de mi vida contigo despertando a mi lado. —Admitió determinado, mirándole con una leve sonrisa y las mejillas coloreadas de rojo. —Solo, perdóname y permíteme se parte de tu vida, demostrarte que puedo mejorar por el bien de ambos.

Dos locos [RONI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora