Dos locos [RONI]

5

Había pasado una semana desde aquel encuentro entre ellos, y como era de esperarse lo que creía que solo sería un día, siguió pasando.

Como se dice en algun lugar, cuando pruebas algo prohibido se vuelve una adiccion ¿Como parar algo que esta mal pero se siente tan bien?

Hoy era aquella fiesta que tanto había planeado junto con Carlo para la gran inauguración de su local, Toni se había levantado adormilado, anoche llego tarde, cansado y levemente adolorido.

Estiro su mano alcanzando su celular, al ver la hora eran las 11:00 am, devolvió a su lugar el celular cubriéndose de nuevo con las sabanas dando un leve quejido perezoso. Minutos después escucho la puerta abrirse, aun así, sin inmutarse siguió en la misma posicion.

—Toni. —Sintió una mano tratando de destaparlo. —Ya casi es medio día.

—Cinco minutos más. —Murmuro escuchando la leve risa de su esposa.

—De acuerdo. —Entre risas lo destapo levemente dándole un beso en la cabeza. —Me voy a trabajar, vuelvo en la noche, a tiempo para la fiesta, querido.

—Mmh. —Murmuro un sonido de afirmación

Escucho la puerta de su habitación cerrarse, por casi 10 minutos estuvo con los ojos cerrados, mientras sentía como su cuerpo cedía al cansancio

Hasta que nuevamente una interrupción lo despertó, con frustración tomo su celular que se encontraba sonando y sin mirar contesto.

—Diga. —Con voz ronca y visiblemente enojada por tan repentina llamada que perturbo su descanso.

—Que gruño estas ¿Ni un hola bebe?

Su corazón latió rápidamente y un sonrojo se instaló en sus mejillas.

— ¿Raúl?

—El mismo. —Se escuchó la pequeña risa del pelinegro. — ¿Te desperté?

—Hombre, pues sí. —Admitió irritado. —No porque seas tú, significa que no me voy a irritar por despertarme joputa.

Pudo escuchar al pelinegro soltar una carcajada, la cual siguió momentos después.

— ¿Nos vamos a ver hoy bebe?

—Hoy es la fiesta, Salinas...—Advirtió levemente al saber lo que planeaba el pelinegro.

—Por eso digo. —El tono sugerente que utilizo le saco una risita al rubio.

—Que guarro eres, por dios.

La llamada continúo unos minutos más, entre risas y propuestas indecorosas por parte del pelinegro. La llamada termino al pasar una hora, quedaron de verse en la fiesta y perderse por lo menos unos minutos. Decidió levantarse con un poco de esfuerzo, el dolor en sus caderas era casi insoportable, el pelinegro no se había medido en la rudeza, ya después cobraría venganza, después de todo no le molestaba cambiar roles.

Pasó un tiempo en su casa, revisando algunas cosas del trabajo y su próximo local, se juntó con su hermano junto con José para hablar de la fiesta que sería por la noche. La inauguración seria por la tarde, más o menos en unos 40 minutos.

— ¿Sera una fiesta tranquila?

—Por supuesto José. —Respondió desinteresado el rubio cenizo a lo que el moreno le miro con duda. — ¿Verdad que sí, Toni?

—Claro. —Rio levemente. —Un italiano jamás te mentiría, confía en nosotros.

—No sé por qué siento que se va a salir de control.