8

526 65 16
                                    

Desperto sintiendo unos brazos abrazarle, con pereza miro hacia su costado, encontrándose al pelinegro junto a él, una sonrisa se instaló en su rostro, con delicadeza acaricio las mejillas del mexicano, admirando su rostro y riendo bajito por la leve baba que bajaba por su barbilla.

Llevaba una semana con peleas frecuentes con Anya, la rusa se había vuelto mucho más fría con él, esperando que el italiano se disculpara. Claramente Toni, no tenía la intención de disculparse, ninguno lo haría, así que las peleas por cosas estúpidas se hacían frecuentes.

La noche anterior no fue la excepción, la rusa uso contra el palabras que realmente le afectaron, ya que le hizo recordar varias cosas. Y para que engañarse, el también después de eso busco lastimar con palabras hirientes a la chica, lográndolo, ya que antes de salir, esta se encontraba llorando.

Sin esperar salió de la casa enojado, azotando la puerta, quizá pudo ir a casa de su hermano o de José, eso pensaba hacer hasta que la llamada del pelinegro llego a su celular.

— ¿Si?—Contesto con hilito de voz, mientras subía a su auto para conducir sin un rumbo fijo, quizá se quedaría en un hotel mejor, no quería molestar, y mucho menos preocupar a su hermano.

— ¿Estas bien?—La voz preocupada del pelinegro no se hizo esperar, conocía muy bien al rubio.

—Estoy bien, no te preocupes. —suspiro y antes de que el mexicano hablara, pregunto. — ¿Necesitas algo, bebe?

—Ven al despacho. —Pidió tranquilamente. —Quiero verte.

— ¿No puedes vivir sin mí, bebe?

—Sabes que no...—Ronroneo cada una de las palabras y con tono bastante sugerente. —Te necesito.

—Estoy en 5.

—Te espero en 4.

Sintió su cara arder de vergüenza, antes de poder reprochar algo, el pelinegro le colgó. Una risa nerviosa salía de sus labios, seguramente el mexicano estaría carcajeándose por el comentario tan subido de tono.

Al llegar, se saludaron, platicaron un poco, y entre caricias, besos y leves roces, terminaron follando, lo normal, durmieron en el despacho, Salinas invento una excusa para que Lina no se preocupara, mientras que Toni, simplemente no aviso.

Acaricio con delicadeza el cabello de su amante, sonriendo, dispuesto a levantarse.

Los ojos cafés del pelinegro se abrieron mirándolo con una sonrisa.

—Buenos días. —Acerco su rostro al italiano para darle un beso. —Uff te apesta la boca.

—Lo mismo digo. —El rubio fingió una cara de asco, haciendo reír al pelinegro, quien volvió a besarle. —Oh que horror, no puedo soportar esto.

Ambos rieron, para seguir besándose y haciéndose cariñitos, hasta que por fin se levantaron, el pelinegro se fue a dar una ducha, mientras que el italiano hacia el desayuno.

Toni se mantenía tranquilo cocinando, sin pensar en los problemas o en lo que estaba haciendo, solo se dejó llevar, sin importar nada, aunque cuando estuviera solo, todo cobraría su precio, porque cuando estaba solo su mente empezaba a dañarlo.

—Qué lindo te ves cocinando.

La voz de Raúl llego a sus oídos, volteo para envolverlo en un abrazo y besar su cabeza.

—Qué lindo te ves saliendo de la ducha. —Beso su mejilla.

Se sentaron a comer, tranquilos, entre bromas y coqueteos, un ambiente tan agradable del que no querían salir nunca.

Dos locos [RONI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora