Capítulo 9

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Tras la comida, Shuhua se sentía mucho mejor. La charla con Soojin la había tranquilizado bastante. Estaba segura que, si no hubiera llegado la morena en ese momento, le habría dado otro ataque de ansiedad como el del día anterior, por lo que agradecía que hubiera aparecido, aunque no hubiera sido capaz de decírselo en el momento en el que se despidió de ella. Esperaba que las cosas cambiaran con su compañera de habitación, y se habían cumplido en la comida de aquel mismo día, cuando la morena, después de ducharse tras llegar del gimnasio, se había sentado a la mesa con el resto de las chicas que vivían en el edificio 1 y se había unido a la conversación banal que estaban teniendo. No había intervenido demasiado, pero los pequeños pasitos que estaba dando para unirse al resto de sus compañeras estaban siendo apreciado por todas.

En aquel momento, sin embargo, Soojin se encontraba en su habitación, mientras Shuhua charlaba con Lia sentadas en el comedor, esperando a que se hiciera la hora a la que Irene las tenía que reunir en la plaza central del complejo para entregarles la tarea de aquella semana. La castaña le había preguntado insistentemente a Shuhua cómo se encontraba tras su crisis el día anterior. La morena le había asegurado que se encontraba bien, pero su compañera era de las típicas personas que se preocupaban en exceso de la gente que le importaba, por lo que se había quedado con la mosca detrás de la oreja y le seguiría insistiendo, aunque Shuhua quisiera dejar el tema de lado.

- Shuhua, te lo digo muy en serio. Tienes que ir a hablar con Irene sobre lo que pasó ayer. – le sugirió Lia, haciendo resoplar a la morena. - Estamos en un programa de televisión con mucha tensión y, si el día de la primera gala te provocó un ataque de ansiedad, estos pueden seguir ocurriendo. Así que, tal vez, si hablas con ella, te puede conseguir que hables con un psicólogo. Por muy aislados del exterior que nos quieran mantener en el programa, no creo que se nieguen a que hables con un experto que te pueda aconsejar cómo actuar en caso de que algo como lo de ayer vuelva a pasar. Yo sé algunas formas, pero no soy para nada una profesional. Por favor, hazme caso y no me resoples tanto, que creo que sabes que tengo razón.

- Lo sé, sé que tienes razón y hablaré con Irene, lo prometo. – respondió Shuhua.

Sin embargo, no pudo decir mucho más, pues alguien llegó, asustando por detrás a Lia. Esta pegó un salto en el sitio, que hizo reír a la persona que había provocado.

- Shin Ryujin. Te odio mucho. – la castaña se levantó de donde estaban sentadas y salió corriendo detrás de su compañera de habitación.

- Vamos, Jisoo, que sé que te gusta que te hagan reír. – se quejó Ryujin, quien intentaba evitar que la castaña le pegara.

- Veo que está intentando aprovechar los consejos de Minnie. – dijo Shuhua para sí misma y se rio de su propia broma. – Por cierto, voy a ver dónde se han metido Miyeon y Minnie. – aquello se lo dijo a Lia y Ryujin, pero las dos, inmersas en aquel juego en el que se encontraban, ni la escucharon.

Shuhua se levantó y se dirigió hacia las escaleras para subir al primer piso de su edificio de habitaciones. No obstante, cuando pasó por delante de la puerta de su propio cuarto y vio a Soojin tumbada sobre la cama escuchando música en el reproductor que les habían dado cuando les quitaron los móviles, la hizo sonreír. Principalmente, porque se la veía realmente liberada y sin preocupaciones. Shuhua pensaba que ojalá conocer pronto ese lado de ella.

Después de darse cuenta de que se había quedado demasiado rato parada, mirándola con el labio mordido, agitó la cabeza y empezó a subir las escaleras del edificio. Cuando llegó al primer piso, se encontró con toda la planta en un silencio sepulcral, que le hizo fruncir el ceño. Se acercó a la puerta de la habitación de sus amigas, pero, antes de tocar a esta, se dio cuenta de que estaba abierta. Vio a las dos que se encontraban apoyadas en la barandilla del balcón que tenía la habitación. A Shuhua le había molestado que su cuarto fuera el único del edificio que no tuviera uno, pero, teniendo su habitación en la planta baja, no tenía mucho sentido que hubiera uno, por lo que lo había dejado estar.

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